El castillo Peles – Sueños de realeza

A quién no le ha pasado nunca visitar un sitio, enamorarse del lugar y soñar con tener allí una casita. Pues esto le ocurrió al rey Carlos I de Rumanía, que visitó el poblado montañoso de Sinaia, se enamoró y se compró una parcela. Pero claro, como tenía dieciséis millones de leus en el banco, pues no se construyó una casita, sino un palacio. Y qué palacio. Así es el castillo Peles.
La última vez que hablamos fue sobre el castillo de Cantacuzino, un palacio ubicado en la localidad de Busteni que ha ganado bastante fama en los últimos años tras su aparición en la serie Wednesday. El que aquí nos ocupa, sin embargo, ha sido un emblema a Rumanía desde que se pusiera la primera piedra a finales del siglo XIX. Hablamos del castillo Peles.
Índice de contenidos
- 1 El castillo Peles, un palacio real
- 2 Información turística sobre el castillo Peles
El castillo Peles, un palacio real
Aunque siempre ha sido nombrado como castillo, por su forma y función Peles es, realmente, un palacio real. El príncipe Carlos I visitó Sinaia por primera vez en 1866 y quedó tan prendado con ese poblado de montaña que se le antojó levantar ahí una residencia veraniega para la familia real. Algunos años y millones de leus después, su sueño se haría realidad.
Cómo llegar al castillo Peles
El castillo Peles se encuentra en Sinaia, una localidad de montaña nombrada así porque fue desarrollada en torno a un monasterio del siglo XVI con ese mismo nombre. Aunque Sinaia no es una ciudad muy grande, unos 15000 habitantes, tiene bastante movimiento, por lo que se puede llegar tanto en bus como en tren desde Brasov y Bucarest. Ahora bien, sí quieres agilizar el asunto y aprovechar al máximo la visita, lo mejor es que contrates alguna excursión guiada en español como esta desde Brasov o esta desde Bucarest. O, por supuesto, alquilar un coche, una forma estupenda de recorrer Rumanía.
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Dónde dormir en el palacio Peles
Pese a que el castillo tiene más de 160 habitaciones… ¡¡¡y 30 baños!!!, te falta sangre real para poder pernoctar dentro. Así que lo mejor será que te busques algún alojamiento por los alrededores. Aquí te dejo algunas recomendaciones.
- Una opción económica es Casa Albert, donde puedes hacer noche por 45 euros la pareja.
- 15 euros más la estancia te supondrá la habitación en la Vila Ana-Maria, también muy bien valorado.
- Si buscas algo más sofisticado, el hotel Stavilar te lo ofrece por unos 95 euros la habitación doble.
- Si quieres vivir a cuerpo de rey, entonces paga los 130 euros la noche del hotel Sinaia. ¡Más de 12000 reseñas positivas lo avalan!
Aprovecho para comentarte que en ninguna de mis dos visitas me he alojado en Sinaia, ya que en ambas pasé por el palacio como parte de una excursión de día. Ahora bien, la zona es preciosa por lo que, si te quedas ahí, estoy seguro de que le sacarás jugo.
Información turística sobre el castillo Peles
Si ya estás por Sinaia, decirte que el palacio está abierto de miércoles a domingo en horario de 10 de la mañana a 5 de la tarde. Dentro de esa franja puedes hacer la visita por tu cuenta o en uno de los tours guiados que hay cada hora. El precio de la entrada es de 50 leus por persona si visitas la planta baja, 100 si incluyes también la primera y de 150 si te animas con la segunda. Como ves que hay muchas opciones, lo mejor es que eches un vistazo a su página oficial y salgas de dudas.
La historia del castillo
Como no podía ser de otra forma, un edificio de semejante dimensión tiene una historia a la altura, aunque, al igual que el propio país, sus derroteros cambiaron drásticamente con la llegada del comunismo.
Peles, el sueño de Carlos I
Carlos I (Carol en rumano), de origen alemán, fue príncipe de Rumanía desde 1866 hasta 1881 y rey desde ese año hasta su muerte en 1914. Durante su mandato le tocó dirigir a las tropas rumanas en la guerra contra los otomanos con la que se consiguió, por fin, la independencia de Rumanía de este imperio. De igual forma, le tocaría el marrón de definir la posición de su país durante los inicios de la Primera Guerra Mundial. Pues bien, curiosamente fue el año del comienzo de su principado cuando visitó Sinaia por primera vez y empezó a soñar con este palacio, palacio que no se daría por terminado hasta 1914; sí, el año de su muerte.
Aunque lo suyo con Sinaia fue amor a primera vista, la obra no empezaría hasta 1873, ya que era un terreno con muchos manantiales subterráneos que fue necesario canalizar. 10 años después tuvo lugar la inauguración oficial de Peles, convirtiéndose en la residencia de verano de la familia real de Carlos I, aunque tuvo importancia más allá. De hecho, fue en este palacio donde se celebraron los encuentros en los que se decidió que Rumanía sería neutral durante el comienzo de la Primera Guerra Mundial a pesar de él mismo, que habría preferido declararle la guerra a Rusia. Un tiempo después de su fallecimiento, Rumanía entró en la guerra, pero en el bando contrario a los deseos de Carlos I.
Volviendo a la historia del castillo Peles, entre pitos y flauta las obras se extendieron desde 1873 hasta 1914 y supusieron un desembolso de unos 16 millones de leus, unos 3 millones de euros que, en teoría, sacó el rey Carlos I de su propia hucha. En la construcción trabajaron más de 300 personas, la mayoría rumanos, al igual que los materiales utilizados, también sacados del propio país.
El palacio Peleș durante el período comunista
El castillo Peles seguiría haciendo las veces de residencia veraniega de la realeza hasta que en el 1947 se impuso el comunismo en el país y se forzó a abdicar al por entonces rey Miguel I (Mihai), que, para que nos entendamos, venía a ser el sobrino-bisnieto de nuestro Carlos I. Como ya pasó con el de Bran o el de Cantacuzino, el castillo Peles fue nacionalizado y convertido en museo en 1953, aunque Carlos I ya lo tenía abierto a las visitas. Unos años más tarde, durante el gobierno de Nicolae Ceaușescu se cerró al dominio público, pudiendo solo tener acceso personal de mantenimiento, militar y de seguridad. Con la caída de Ceausescu y el comunismo en 1989, se reabrió al público y se devolvió a sus legítimos propietarios, Miguel I and family, tras un proceso que duraría más de 18 años. Después de recuperarlo, la familia real decidió mantenerlo como museo y desde entonces se lo alquila al estado rumano para su explotación.
Qué ver en el castillo Peles
Desenmarañada la historia del palacio, vamos a profundizar ahora en sus encantos turísticos, encantos que el año pasado atrajeron a casi 400000 personas. Solo hay que ver la fachada de este palacio de 3200 metros cuadrados para ir haciéndote una idea de la maravilla que esconde dentro.
Qué ver en la planta baja del castillo
160 habitaciones, 30 baños y un teatro son algunos datos que explican la magnitud del castillo Peles. Su construcción, inspirada en el Renacimiento alemán, estuvo supervisada en todo momento por el rey Carlos I, que quería un palacio moderno pero que respetara lo antiguo. Y al igual que la obra, el recorrido empieza por la planta baja.
El salón del honor
Hagas la ruta que hagas, lo primero que te vas a encontrar es con el salón del honor, un hall de 16 metros de altura que da la bienvenida a los visitantes. De aquí destacar las estatuas de alabastro, los paneles de ébano, la escalera de nogal y, por encima de todo, el impresionante techo de vidrio móvil, que se puede y se podía abrir para ver el cielo.
La sala de armas
Poquito después de toparás con la sala de armas, donde están expuestas más de 1600 de las casi 4000 piezas de armamento europeo y oriental de los siglos XIV al XVI que hay en el castillo. ¡Hasta una armadura completa para caballo y caballero!
La biblioteca real del castillo Peles
Aunque la colección más fascinante es la de la biblioteca real del palacio, a escasos pasos de la sala de armas, que alberga más de 30000 obras, varias de ellas primeras ediciones de libros de literatura, medicina, religión, historia o artes. Esta biblioteca de dos niveles está conectada al primer piso del castillo a través de una escalera escondida tras las estanterías.
La antigua sala de música
Esta sala fue creada en 1883, pero modificada años después para acoger salones literarios. Allí se celebró también la ya descrita reunión en la que se decidiría la posición neutral de Rumanía al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Además de la decoración y los instrumentos, mencionar las vidrieras policromadas en las que están representadas escenas de algunos cuentos de hada tradicionales de Rumanía.
La sala florentina
Bautizada así por su estilo renacentista florentino tardío. Allí me llamó todo la atención, pero especialmente la chimenea de mármol, el candelabro de araña y el espejo, ambos realizados en los talleres de Murano. Y, como no, las pinturas que la decoran, todas ellas reproducciones de obras conocidas.
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El comedor del palacio Peles
Que este comedor tenga una mesa de madera extensible con capacidad para 36 personas ya dice bastante sobre la ambición con la que Carol I dio vida a su humilde palacio. Aquí tampoco faltan las vidrieras, las alfombras y los muebles de nogal y la decoración al estilo renacentista alemán.
La habitación morisca
¿Y qué hacía la familia real y sus invitados después de comer? Pues ir a la habitación morisca a tomar un té, construida con esta finalidad para la reina y su séquito. Como dato, su decoración está inspirada en el palacio de la Alhambra, aunque los muebles fueron traídos de Vietnam. Globalización, le llaman.
Otros lugares de la planta baja
Aunque he repasado mis lugares “favos” de la planta baja del castillo, todavía hay más habitaciones visitables, como la sala de las columnas, el salón turco, el despacho de Carlos I o la nueva sala de audiencias. Tranquilo, que no te quedarás sin verlos: están todos en la ruta.
Qué ver en la primera planta del castillo Peles
Pero esto no termina aquí, ya que, si has cogido la entrada de cien, tendrás la posibilidad de acceder también a la primera planta, donde hay otras habitaciones destacables del palacio.
La sala de conciertos
Como la sala de música se les debía de quedar pequeña, el castillo de Peles también cuenta con un espacio donde la reina Isabel organizaba veladas musicales. Allí, como no podía ser de otra forma, actuaron varios músicos talentosos de esa época: los Quevedo y Bad Gyal de entonces, ya sabes.
El teatro del palacio Peles
Habiendo tanto hueco para la música, como no iba a haberlo también para las artes escénicas. Esta sala de teatro tiene espacio para sesenta espectadores además de un glamuroso palco real. Que quede claro quién manda.
Otras habitaciones de la primera planta
Aunque las dos primeras son, para mi gusto, las más interesantes, en la planta primera también puedes encontrar ¡otra! sala de música algo más pequeña, la típica habitación de los desayunos, la galería de mármol, la suite real y el apartamento principal.
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Qué ver en la segunda planta del castillo Peles
¿Aún tienes ganas de más? Entonces cógete la entrada de ciento cincuenta leus y así puedes acceder también a la segunda y última planta del castillo. Ahora bien, visto en perspectiva, y si te ayuda mi vivencia, creo que lo más interesante está en la planta baja y, como mucho, incluir la primera si andas bien de tiempo y dinero. En mi caso visité las tres en mi primer viaje en 2016, pero por aquel entonces solo costaba diez euros ver el palacio completo, frente a los diez que te cobran ahora por cada planta. Si al final te animas, ten en cuenta que en la segunda vas a ver habitaciones y apartamentos que tenía la familia real y allegados en el castillo, pero algo más modestos y sencillos que cualquiera de las lujosas habitaciones inferiores.
Qué ver en los jardines del castillo Peles
Lo que sí que no tienes que hacer es irte del castillo sin darte una vuelta por sus jardines, un conjunto de terrazas decoradas con estatuas de piedra, fuentes y otros ornamentos de mármol. Desde ahí puedes apreciar el palacio en todo su esplendor y la torre de 66 metros que lo flanquea.
Y ya que estamos fuera, pues dejamos el castillo Peles por hoy. Sin duda, uno de los mayores patrimonios arquitectónicos de Rumanía. Un lugar para confirmar que el dinero no da la felicidad, pero sí que da un palacio en la montaña de 3200 metros cuadrados decorado al estilo renacentista. ¡No te lo pierdas!
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