Sobre el proyecto

Una mochila a la espalda y una cámara en la mano es todo lo que necesito para recorrer el mundo. Por lo menos hasta ahora no he requerido de nada más para descubrir más de 35 países en 20 viajes maravillosos. Cuándo sale y vuelve mi avión es la única información que tengo antes de encarar un nuevo destino, mi plan de cada día lo voy construyendo sobre la marcha. Sé dónde estoy durmiendo hoy, pero rara vez sé dónde dormiré mañana. Cuando viajas con con poco vives mucho.

Hubo un tiempo no muy lejano en el que buscaba la ruta más corta, el transporte más cómodo y el hotel más confortable. Ahora ya no me importa meterme 25 horas de tren y que al llegar a mi destino me toque compartir habitación con otras quince personas. Porque hay un día en el que te das cuenta de que todo colchón es una buena cama, de que cualquier cosa que se mueva es un buen método de transporte y que con un lápiz y una sonrisa se puede llegar a cualquier lugar del mundo. Eso sí, la taza de váter mejor si está limpia.