Con sus manos
La tormenta le había pillado de sorpresa. Aunque su destino final era Banja Luka, todavía quedaban más de 70 kilómetros para llegar y el agua no parecía que fuera a darle tregua. Ni el mejor chubasquero le protegería de semejante aguacero; tampoco lo llevaba. El asfalto ya no sabía qué hacer con tanta agua, por lo que el panorama empezaba a tornarse inseguro para andar con la moto. Un cartel a lo lejos le devolvió la esperanza: “Eco Village Zelenkovac”. Sonaba demasiado hippie para él, pero prefería un techo cualquiera antes que una pulmonía. El asfalto de la carretera comarcal dio paso una pista forestal llena de agujeros y de charcos. Quizá no hubiera sido la decisión más inteligente, pero el frío no permitiría más cambios de plan. No tardó mucho en llegar a la civilización. O a donde fuera que estuviese.