El cierzanismo

5 de agosto, Zaragoza. El termómetro marca 40 ºC, pero hace frío. Y no poco. Y hace frío porque hace cierzo. Y hace cierzo porque estamos en Zaragoza.
Aquí puedes leer todos mis relatos cortos.
Y es que el cierzo es así: atemporal, omnipresente, inexpugnable. El cierzo es como Dios, pero sin aureola. De hecho, alguien debería montar una religión en torno a este irritante fenómeno meteorológico. Propongo llamarla el cierzanismo y que el símbolo sea Jesucristo en la cruz, pero despeinado. Sus devotos tendrían que reunirse en una iglesia tradicional, pero con las vidrieras abiertas para que pueda entrar. Porque por muy omnipresente que sea, el cierzo todavía no ha encontrado la manera de atravesar paredes. Como mucho las tira abajo, aunque eso acojona bastante. Bueno, ahora que lo pienso, quizá más que a Dios, el cierzo se parece al Diablo. Cuantas caras habrá quemado ese hijo de puta. El cierzo, me refiero.
12 de enero, Zaragoza. El termómetro marca -3 ºC, pero hace frío. Y no poco. Y no hace frío porque haga cierzo, hace frío porque estamos en Zaragoza. Y es que Zaragoza es así: extrema, radical. Como su cierzo.
Ver esta publicación en Instagram
El cierzanismo es un microrrelato de Sergio Otegui Palacios. Aquí podéis leer más relatos breves.

Gabriel
Vivo en Zaragoza desde hace algunos años y el cierzo es, con diferencia, lo peor de la ciudad. Insoportable. Menos mal que me quedé calvo así no me tengo que quejar de lo despeinado que me dejaba :’D
Saludos!
Sergio Otegui Palacios
Jaja, la calvicie es un signo de selección natural en Zaragoza. ¡Gracias por tu comentario!