Combarro – Hórreos, cruceiros y una copa de vino

Quizá sea una opinión impopular, pero si algo me chirrió en Galicia es el desbarajuste arquitectónico de muchos de sus pueblos. Y es que, en líneas generales, la arquitectura en las aldeas gallegas es más funcional que estética y no es raro encontrarse edificios horribles de hormigón en mitad de pueblos de piedra. Pero aunque esta sea la dinámica habitual, por suerte todavía quedan asentamientos que han protegido bien parte de su patrimonio. Y Combarro es una muestra de ello.
La última vez que hablamos acabábamos de pasar un día recorriendo Ons, la isla más rural de Galicia. De ahí regresamos a Baiona, donde, tras hacer noche, retomamos nuestro camino hacia el norte de la comunidad. Vilagarcía de Arousa sería el lugar elegido para asentarnos esos próximos días.
Aunque hablaré largo y tendido sobre la zona de Arousa en el próximo post, solo quería adelantar que nosotros hicimos un par de noches por ahí con intención de visitar algunos de sus encantos. Combarro entre ellos.
Índice de contenidos
Cómo ir a Combarro.
En realidad, no hay ninguna necesidad de ir hasta Vilagarcía para visitar Combarro ya que este se encuentra al “ladiño” de la ciudad de Pontevedra. Apenas 15 minutos separan estas dos localidades, tres cuartos de hora si tu punto de partida es Santiago.
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Aunque el coche propio (o de alquiler) es la opción más cómoda de viajar a Combarro, también es posible llegar hasta allí en autobús desde Pontevedra con la compañía Monbus. Y, por supuesto, en algún tour organizado.
Dónde dormir en Combarro.
La belleza de esta aldea marinera y su proximidad a Pontevedra la han convertido en uno de los pueblos más visitados de Galicia. Y, como tal, tiene su oferta de camas.
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Ahora bien, Combarro es un pueblo visitable en dos o tres horas, por lo que hacer noche ahí igual es excesivo. Quizá la opción de Pontevedra resulte más estimulante…
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… o, como hicimos nosotros, en la zona de Arousa, donde nos alojamos en un apartamento de Airbnb.
Combarro, uno de los pueblos más interesantes de Galicia.
Fuimos a Combarro buscando un pueblo que nos ofreciera algo diferente a lo que habíamos visto hasta ahora. Y es que, como decía al principio del artículo, aunque Galicia es una comunidad superestimulante a nivel de naturaleza y paisajes (solo hay que ver la Ribeira Sacra), no ofrece tanto a nivel rural. Sin embargo, Combarro suele salir en muchas quinielas turísticas, así que quisimos darle una oportunidad.
Llegamos a penúltima hora del día y, tras aparcar en la zona del puerto (no hay mucha más opción), fuimos paseando hasta la plaza Peirao da Chosa, su centro neurálgico. Aunque hay pueblo más allá de adonde llegan sus visitantes, su interés turístico se reduce a la zona antigua próxima a la ría de Pontevedra.
Breve historia de Combarro.
Para entender la arquitectura de Combarro hay que remontarse a sus comienzos allá por el siglo XII. Durante sus primeros pasos, la aldea no tuvo ni fortificaciones ni un puerto comercial, por lo que no atrajo a grandes fortunas. Combarro fue levantado por pescadores y hombres de mar, un origen humilde que es todavía apreciable en el granito que predomina en las construcciones del pueblo, el material estrella de esa misma costa. Aquí puedes conocer algo más sobre su historia.
Paseando por las calles de Combarro.
Nuestra visita por Combarro coincidió con el primero verano “Covid”, por lo que el recorrido por la zona turística estaba señalado al más puro estilo encierro de San Fermín. Una medida que imagino es necesaria para controlar la gran cantidad de visitantes que por allí pasan en temporada alta, pero que, por suerte, a nosotros no nos afectó demasiado. Y es que, pese a ser agosto, no nos topamos con excesivo movimiento.
Las calles de Combarro son estrechas y sobrecargadas, llenas de estímulos por los dos lados. La zona con vistas a la ría alberga terrazas de restaurantes de todo tipo, con el marisco como principal anzuelo.
La zona opuesta la ocupan el interior de estos mismos restaurantes y alguna tienda de artesanía y/o suvenires. Por cierto, algunos de estos establecimientos ofrecen balcones con buenas vistas.
Cuando te alejas de la zona de “restauración”, las avenidas se ensanchan ligeramente y las casas residenciales y sus balcones van ganando protagonismo.
El paseo principal continua a través de la praza Fonte, una plaza que ofrece justo lo que promete: una fuente. El recorrido termina en un cruceiro con vistas a uno de los mayores atractivos de Combarro.
Los hórreos de Combarro.
Y es que pese al pequeño tamaño de esta localidad, parte de la fama de este pueblo le viene por la inmensa concentración de hórreos que almacena: sesenta, nada menos, treinta de ellos con vistas al mar.
Por si no estás familiarizado con este tipo de edificaciones, los hórreos son unas construcciones destinadas a guardar y conservar alimentos alejados de la humedad y de los animales. Históricamente han tenido una importancia fundamental en Galicia y, todavía hoy, se encuentran en buena parte de su geografía. Pero, en Combarro, hay muchísimos en poco espacio, algunos con más de 300 años de existencia.
Si tu visita coincide con marea baja, podrás ver la mayoría de estos hórreos desde delante. En nuestro caso tuvimos que “conformarnos” con ver el grueso desde lejos, pero me encantó el toque que le aporta el mar a esa postal.
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Los cruceiros de Combarro.
Otra de las particularidades de Combarro son sus cruceiros, un emblema típicamente gallego (y portugués) que también predomina en esta aldea pesquera. Los cruceiros son monumentos religiosos con forma de cruz que se levantaban en lugares públicos con fines, generalmente, de protección divina.
Una copa de vino al anochecer junto a uno de sus principales cruceiros fue una de las últimas escenas que nos ofreció Combarro. Una forma perfecta de despedir el día.
Por la confianza que nos une a través de este blog no puedo decirte que Combarro me entusiasmó, pero sí que es cierto que, de la oferta rural de Galicia, es una de las opciones más interesantes. Aun así, cada día tengo más claro que cuando vuelva a Galicia, que espero sea pronto, lo haré para seguir disfrutando de sus paisajes. Paisajes como el que nos ofreció, el día siguiente, illa de Arousa. ¿Lo conoces?
Más información sobre la zona en mis posts de Galicia.

Emma
Hola Sergio. Soy gallega y comparto tu opinión sobre el feísmo arquitectónico en Galicia, es una pena cómo se ha permitido construir de una manera tan perjudicial para el urbanismo rural y costero.
Por otra parte quería anotar que Villagarcía de Arosa no existe, más allá de las lenguas, el topónimo oficial y único correcto es Vilagarcía de Arousa, al igual que Arousa e Illa de Arousa.
Un saludo y ¡gracias por visitar mi tierra!
Sergio Otegui Palacios
Mil gracias por tu comentario y por tus correcciones, Emma. La verdad es que no es la primera vez que me lío con los nombres gallegos. Ya he cambiado todo y lo tendré en cuenta para el próximo post. ¡Un saludo!
Carina
Hola Sergio, nada sabía acerca de Combarro así que les agradezco por compartir toda esta información y fotografías (que dicho sea de paso, la imagen de los balcones me recordó totalmente a Cartagena de Colombia). Me pareció super interesante el dato de los hórreos. ¿Qué diferencia tienen con un granero o despensa tradicional?
Sergio Otegui Palacios
Hola, Carina. Buena pregunta la del hórreo y granero. Bote pronto, yo diría que el hórreo es un granero elevado, pero tiene muchísimas similitudes. ¡Gracias por tu mensaje!
JOSE D.
Recuerdo que estuvimos hace varios años en Combarro y me alegra ver que no ha perdido gran parte de su carácter y encanto. Un pueblo típicamente gallego, con sus hórreos y sus cruceiros y por supuesto una gastronomía maravillosa. Cada vez que leo algo de Galicia, pienso en volver, será que me han contagiado la morriña…
Sergio Otegui Palacios
La morriña es terriblemente contagiosa… 😀
Naiara de ModoTraveller
Hace años conocí a una persona de Combarro y me habló tan bien que me quedé con muchas ganas de ir! Últimamente lo veo bastante por las redes, y no es para menos! Los hórreos tienen mucho encanto!!! Espero ir pronto ☺️
Sergio Otegui Palacios
Seguro que encuentras el momento. ¡Un abrazo, Naiara!