Qué ver en Praga – Guía de la ciudad más bonita ¿del mundo?

Praga fue una de las primeras ciudades que pisé en la historia de este blog. Era junio de 2012 y pasamos por la capital de la República Checa de camino a Polonia y Ucrania, sedes de la Eurocopa de fútbol de ese año. Por aquel entonces Praga me gustó, pero no fui consciente del nivel de belleza que tenía delante. Por suerte, Nada Incluido me dio una segunda oportunidad y puedo asegurarte que es una de las ciudades más bonitas en las que he estado nunca. Aquí te cuento qué ver en Praga.
Antes de entrar en materia, quería comentar que esta segunda visita a Praga fue en junio de 2025 y lo hice invitado por la oficina de turismo de Chequia en compañía de otros creadores. Y aunque dedicamos unos tres días a la capital, fueron setenta y dos horas muy aprovechadas, por lo que pude hacerme una muy buena idea de lo que ofrece. Si a esto le sumas que he estado más de un mes leyendo, viendo y escuchando contenido sobre la urbe, he recopilado suficiente material para preparar esta guía.
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Índice de contenidos
- 1 Praga, la capital de la República Checa
- 2 Qué ver en Praga en tres días
- 2.1 Castillo de Praga – Guía completa y qué visitar en su interior
- 2.2 Mala Strana – Guía de uno de los barrios más bonitos que ver en Praga
- 2.3 Qué ver en Praga en la Ciudad Vieja (Staré Město)
- 2.3.1 El puente de Carlos IV
- 2.3.2 La plaza de la Ciudad Vieja que recorrer en Praga
- 2.3.3 La torre de la Pólvora
- 2.3.4 El mercado Havel (Havelské tržiště)
- 2.3.5 Viselec, una estatua de Černý a Sigmund Freud
- 2.3.6 Clementinum, otro espacio “astronómico” en la capital checa
- 2.3.7 Josefov – Itinerario del barrio judío que ver en Praga
- 2.4 Itinerario en la Ciudad Nueva de Praga
- 2.5 El río Moldava, un imprescindible más de la capital checa
- 2.6 Otros lugares que ver en Praga
Praga, la capital de la República Checa
Praga no es solo una potencia turística, sino también la capital, con mayúsculas, de la República Checa. Un dato: el 25 % de PIB de Chequia depende de Praga. Allí se encuentran la mayor parte de las instituciones del país y la sede de empresas de todo el mundo. Así que no lo olvides: vas a estar en una ciudad en la que pasan muchas cosas.
Cómo ir a Praga
Pasan, por ejemplo, los más de 8 millones de viajeros que dieron vuelta por Praga en 2024, una cifra que habla de su importancia turística. Con ese nivel de interés se entiende que en España haya vuelos directos desde muchas ciudades, aunque con especial frecuencia desde Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, Málaga o Sevilla. Así que echa un vistazo a tu aeropuerto más cercano porque es fácil que tengas combinaciones. Entre las aerolíneas que cubren este destino están Ryanair, Vueling, Iberia y Czech Airlines, con precios bastante asequibles si reservas con margen o fuera de temporada. En “la capi” hay un único aeropuerto, el Praga Václav Havel, y si vuelas desde España o desde otro país del espacio Schengen llegarás a la terminal 2; en caso contrario, a la 1. De allí te separan unos 17 kilómetros del centro, recorrido que puedes hacer en autobús, la opción más barata, aunque tendrás que elegir la línea adecuada según cuál sea tu destino; aquí tienes los números y rutas. Por supuesto, es más rápido moverse en taxi, pero las tarifas no están reguladas y los chóferes tienen bastante fama de “engañaturistas”. Si prefieres la comodidad, pero no quieres precios sorpresa, siempre puedes probar con Uber.
Cómo moverte por Praga
Una vez en Praga, bienvenido a una de esas ciudades donde el transporte público funciona de maravilla. Todos los puntos turísticos están conectados por el tranvía o, en su defecto, autobús o metro, aunque según donde estés alojado igual te vale con tus dos patitas. Y es que Praga es bonita todo el rato, por lo que, si vas a estar por ahí dos o tres días, organízate las rutas por zonas y desplázate andando, que vas a ver que hasta el último rincón tiene una foto. Eso sí, no te vayas sin subirte a su tranvía al menos una vez, todo un icono de la ciudad. Estos vehículos llevan funcionando en la capital checa desde 1875, por aquel entonces tirados por caballos, y hoy tiene una red de casi 150 kilómetros. Una buena línea para probarlo es la 22, la que te lleva al Castillo de Praga y pasa por bastantes puntos de interés de la urbe. Por cierto, el precio del ticket de los transportes públicos depende del tiempo que lo vayas a usar.
Dónde dormir en Praga
Llega la hora de buscar alojamiento en Praga. Antes de nada, recuerda que estás en una capital europea, con su gentrificación y sus cosas propias, por lo que los precios van en consonancia. Ahora bien, para lo bonita y turística que es, todavía puedes encontrar alternativas bastante más económicas que en otros destinos top europeos. Aquí te dejo algunas recomendaciones:
- Si viajas solo y buscas cama en una habitación compartida de hostal, que sepas que puedes encontrarlas por menos de quince euros la noche, pero si quieres algo bien ubicado y con ciertas garantías de higiene y calidad, rondará los treinta. Mi recomendación: el hostal White Wolf House.
- Si prefieres una habitación privada para ti o para ir con acompañante, el hotel Adeba las ofrece por unos noventa euros la noche y está en buena zona.
- A nosotros nos llevaron a dos hoteles estupendos: el Mama Shelter, donde la doble cuesta unos 130 euros la noche…
- …y el Vienna House, un pelín más caro y algo menos céntrico, pero ubicado en ruta hacia el aeropuerto.
- También tuvimos la oportunidad de hacer una actividad en la terraza del Four Seasons, uno de los más exclusivos de Praga. Si, por lo que sea, te sobran 800 euros al día, puedes dormir ahí.
¿Merece la pena la tarjeta turística?
Si estás acostumbrado a viajar por destinos europeos turísticos, ya sabrás que la mayoría ofrecen una tarjeta para acceder a sus principales monumentos a un precio único que suele variar según el número de días. Pues en Praga es exactamente lo mismo, con la particularidad de que aquí conviven dos: el Prague Visitor Pass, que es el oficial de la oficina de turismo, y la Prague Card o su versión digital Prague Cool Pass. La diferencia principal entre ambas es que la institucional incluye también el transporte y la segunda no, pero es algo más económica. ¿Y merece la pena? Depende de si tienes previsto entrar a edificios, museos y demás o te vale con verlos desde fuera. Según mi experiencia, compensa, ya que en Praga hay pagar por acceder a casi cualquier sitio y algunos son imperdibles como el Clementinum, la catedral de San Vito, el antiguo cementerio judío… Si sumas el precio de estos y de cualquier otro punto que quieras ver, ya te va a salir a cuenta llevar la tarjeta. Pero como el dinero es patrimonio de cada uno, míralo con calma, compara y elige lo que más te convenga.
Infórmate aquí sobre la Prague Cool Pass
Breve historia de Praga (o quizá no)
Como buena ciudad europea, Praga rezuma historia en cada calle, por lo que quiero poner un poco de contexto antes de meterme de lleno con los quehaceres turísticos. La región donde se encuentra estuvo habitada desde el Paleolítico, pero la fundación de la urbe como tal se remonta a finales de siglo IX, convirtiéndose poco después en la capital de Bohemia, territorio muy similar al de la actual Chequia. En torno al año 870 d.C., el duque Bořivoj I mandó construir un castillo fortificado en una colina sobre el río Moldava; esa fortaleza, hoy una de las joyas de Praga, se acabaría convirtiendo en el centro del poder político y religioso de Bohemia. A su alrededor se fueron asentando nobles, artesanos y religiosos, poniendo la semilla del distrito de Hradčany. Con el tiempo, surgieron otros núcleos urbanos alrededor del Moldava, como la Ciudad Vieja (Staré Město), la Ciudad Pequeña (Malá Strana) y la Ciudad Nueva (Nové Město). Estas acabarían uniéndose en una sola a finales del siglo XVIII.
Aunque por el reino de Bohemia han pasado varios monarcas, ninguno ha tenido el peso y la trascendencia de Carlos IV, que gobernó desde 1355 a 1378 y convirtió a Praga en la capital imperial del Sacro Imperio Romano Germánico. Durante su reinado, la urbe vivió su mayor época de esplendor y muchas de los emblemas arquitectónicos actuales se deben a él: la Ciudad Nueva, la Universidad Carolina, la Catedral de San Vito o, como no, el puente de Carlos. Menos prolíficos fueron los siglos venideros, que empezaron a agitarse cuando el teólogo protestante Jan Hus criticó a la iglesia católica, lo que le llevó a la hoguera en 1415. Esta llama, nunca mejor dicho, desencadenó las guerras Husitas entre los seguidores protestante de Hus y las fuerzas católicas, con Praga como escenario principal. Dos siglos después esta tensión religiosa fue a más con la elección del católico Fernando II de Habsburgo como rey Bohemia. Como muestra de su descontento, los checos tiraron a dos gobernadores del imperio y su secretario por una de las ventanas del castillo, es decir, los defenestraron, y aunque ninguno resultó gravemente herido, el acontecimiento desencadenó la Guerra de los Treinta Años. Este conflicto bélico acabaría escalándose por toda Europa y no terminó bien para Bohemia. Con la derrota protestante, Praga perdió su estatus de capital en detrimento de Viena, sufrió una represión brutal y pasó a formar parte del Imperio de los Habsburgo y el posterior Imperio austrohúngaro.
Tras la derrota de los austrohúngaros en la Primera Guerra Mundial, Praga pasó a ser la capital de la recién fundada República de Checoslovaquia, aunque la tranquilidad duró poco. En 1939 los nazis invadieron el país y se quedaron por allí haciendo lo que solían hacer hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Debido a la contribución del ejército de la Unión Soviética en la liberación del país, los checoslovacos abrazaron el comunismo, abrazo que aprovecharon los de la URSS para establecer un régimen totalitario en el país. Más de cuarenta años estuvieron los comunistas gobernando con mano de hierro ese territorio, esquilmando sus recursos y reprimiendo bélicamente cualquier intento de apertura de la sociedad checa como la famosa Primavera de Praga de 1968. No fue hasta 1989, con la Revolución de Terciopelo, que los checos recuperaron la democracia. Poco después, en 1993, se separaron pacíficamente de Eslovaquia y nació la actual República Checa.
Foto de Josef Šrámek con licencia Creative Commons Attribution 4.0 International
Qué ver en Praga en tres días
Sí, lo sé, al final el episodio de historia no ha sido tan breve, pero conocerlo te puede ayudar a disfrutar aún más de Praga. Y si algo me resulta alucinante de esta urbe es que su patrimonio salió casi indemne pese al convulsísimo siglo XX que vivió, como si todo el mundo se hubiera puesto de acuerdo en cuidar su belleza. Dicho esto, esto es lo que hice en mi estancia de tres días y que tú también puedes hacer. En el mapa siguiente tienes todo el contenido del que hablaré en la guía, separado por barrios y ordenado, en la medida de lo posible, según la ubicación de cada espacio. ¡Espero que te sirva para preparar tu itinerario!
Castillo de Praga – Guía completa y qué visitar en su interior
Y voy a comenzar esta ruta por el lugar desde donde empezó a construirse esta ciudad a finales del siglo IX. Para que no te lleves una idea errónea, no te imagines el Castillo de Praga como la típica fortaleza medieval de piedra con sus torres, princesas, fosos con cocodrilos y Mario Bros enfrentándose a Bowser. Y es que no es un edificio en sí, sino una ciudadela fortificada que alberga varios de los monumentos más importantes del país. Con más de 70000 m2 de extensión, tiene el récord Guinness de ser el castillo antiguo más grande del mundo, así que guárdate unas cuantas horas para patearlo. IMPORTANTE: para acceder al recinto NO tienes que pagar nada, pero necesitarás ticket para visitar cualquiera de sus edificios por dentro. Si esa es tu idea, mejor ir a las 9 o antes para ahorrarte follón, que se monta y mucho. Aquí puedes contratar una visita guiada en español con entradas a los monumentos más interesantes. Si, por el contrario, eres de los que solo te importa el exterior, entonces mejor ve ya pasadas las 17 h., que cierran los edificios, por lo que habrá menos turistas y estarás más tranquilo.
Reserva aquí un tour gratuito por el Castillo de Praga
Catedral de San Vito
Tan grande es la catedral de San Vito y está colocada de tal forma en la colina de Hradčany, el distrito donde está, que la vas a ver desde casi cualquier otro punto de la ciudad. Pero ya que estás en el Castillo, aprovecha para entrar y disfrutar de una catedral gótica impresionante. Aunque parece ser que el príncipe Wenceslao, todo un héroe checo, encargó construir una iglesia en este punto a principios de siglo X, la catedral que nos ocupa empezó a edificarse a mitades del siglo XIV y no se dio por terminada hasta 1929, seiscientos años después.
Su fachada ya impone, pero lo mejor está en el interior: es una pasada ver cómo la luz se filtra a través de las vidrieras y se proyecta en su paredes y techos infinitos. Entre los vitrales destaca el de Alfons Mucha, pintor checo y uno de los máximos exponentes del Art Nouveau, aunque entre tanta cosa bonita igual hasta se te pasa por alto. Esta catedral ha sido el lugar de coronación de los reyes de Bohemia y, de hecho, algunos están enterrados ahí como el omnipresente Carlos IV o San Wenceslao, patrón de República Checa, aunque para tumba «guapa” la de San Juan Nepomuceno. Por cierto, si quieres decir que has estado en uno de los puntos más altos de Praga, que sepas que se puede subir los casi cien metros de la gran torre de la catedral y ver el mundo desde ahí.
El Antiguo Palacio Real que ver en Praga
La monarquía desapareció en la República Checa al final de la Primera Guerra Mundial, pero este sistema de gobierno ha tenido mucho peso en el territorio, por lo que dejó a su paso una tupida colección de monarcas. Y como no podía ser de otra manera, en el Castillo se encuentra este palacio que ha servido como residencia real durante siglos. En este espacio de estilo gótico tardío se hacían cosas de reyes como tomar decisiones importantes (y no tanto), cazar elefantes (a no, eso no es aquí), celebrar banquetes y, por qué no, torneos de caballeros. Por cierto, aquí se produjo la famosa defenestración que desencadenó la Guerra de los Treinta Años. Si esto te ha sonado a “checo”, vuelve a la parte de historia de este post que lo explico con detalle.
La residencia del presidente de la República
Aunque ya no te vas a topar con ningún rey paseando por el Castillo de Praga, que sepas que podrías encontrarte al presidente de la República Checa porque aquí está su residencia oficial. En realidad, tampoco creo que lo veas, pero sí, a la guardia del Castillo, que están muy quietecitos junto a las puertas. Si los quieres ver moviéndose, cada hora hacen el cambio de guardia y a las doce el principal, con más acción. He de confesar que a mí este tipo de cosas me producen más incomodidad que interés, pero como sé que gustan mucho, pues tenía que contártelo.
La basílica de San Jorge
Uno de los espacios que más me sorprendió del Castillo fue la basílica de San Jorge, ya que no esperaba encontrarme un edificio tan antiguo detrás de una fachada barroca. Esta basílica lleva ahí desde el siglo X, lo que la convierte en una de las iglesias más antiguas de Praga, algo que sí que es apreciable en la arquitectura románica del interior. Muros de piedra desnuda, arcos sobrios y una atmósfera que recuerda a los orígenes cristianos de Bohemia. Por cierto, la acústica es tan buena que se utiliza para hacer conciertos de música clásica.
Callejón del Oro, la calle más famosa de Praga
Llegamos a una de las joyas del Castillo, el callejón del Oro, un «Pantone» de once edificios construido en el siglo XVI como residencia para los guardias reales. El apelativo del oro viene dado porque allí habitaron orfebres unos años, pero para residente ilustre el bueno de Franz Kafka, que aunque solo vivió un año por ahí, sirve de imán turístico. AVISO: para entrar al callejón hay que pagar y es el sitio con más aglomeración de los que visité en Praga, por lo que sí sueñas con hacerte una foto en la que salgas solito, mejor rebajar las expectativas.
Otros lugares que conocer del Castillo
¿Pero aún hay más para visitar? Sí, amigo, solo en este castillo hay más patrimonio que en muchas ciudades enteras, por lo que te van a faltar horas para verlo. Pero por si quieres intentarlo, añade también a tu lista de “queveres” Daliborka, una torre un tanto tétrica usada muchos años como prisión o los jardines del palacio, que están a la altura del recinto al que pertenecen y ofrecen una vista muy apetecible de la capital checa.
Mala Strana – Guía de uno de los barrios más bonitos que ver en Praga
Continuando en la misma orilla del río Moldava, a las faldas del Castillo se extiende Mala Strana, uno de los distritos más bellos y fotogénicos de la urbe checa. No es de extrañar si tenemos en cuenta que, desde su fundación a mitades del siglo XIII, atrajo a nobles, aristócratas y colonos alemanes, por lo que el poder y el dinero se sentían en cada calle. Dos siglos después fue dañado por un gran incendio, pero se reconstruyó al estilo barroco, lo que explica su aspecto actual. Dentro de esta “Ciudad Pequeña”, así se traduce, se encuentran varias de las cosas que hay que ver en Praga.
La plaza de Mala Strana – Malostranské náměstí
Si un rincón recoge bien las vibraciones de este barrio y de sus tranvías es la plaza Malostranské náměstí, centro de actividad, mercados y encuentros desde la fundación de Mala Strana. Este espacio está dividido en dos partes por la imponente iglesia de San Nicolás, que domina el paisaje con su cúpula verde, y contiene antiguos palacios nobiliarios, como el Smiřický o el Liechtenstein, la mayoría reconvertidos en embajadas o instituciones públicas.
Vrtbovská, uno de los jardines más impresionantes que ver en Praga
Muy cerquita de esta plaza se encuentra esta preciosidad de jardín cuyo acceso se “esconde” en un pasaje del palacio homónimo. Y es que tanto este espacio natural como el mencionado edificio eran propiedad del humilde y para nada ostentoso noble checo Jan Josef Vrtba, que se lo encargó a un arquitecto barroco a principios del siglo XVIII. Aprovechando la ladera de la colina Petřín sobre la que se ubica, el jardín Vrtbovská, Vrtba para los amigos, va repartiendo el lujo y la jardinería de alta alcurnia a lo largo de las distintas terrazas que lo componen. Que no te dé flojera subir a lo más alto porque, te aseguro, la vista es de locos. Por cierto, solo está abierto de abril a octubre y la entrada cuesta 150 coronas, algo más de 6 euros.
El palacio de Wallenstein y su jardín
Poco o nada que envidiar tiene el palacio de Wallenstein y su jardín, otro de los espacios que hay que ver en Praga: ¡y sin pagar una corona! Detrás de esta verde maravilla está Alberto de Wallenstein, un adineradísimo noble, político y general que lideró ejércitos del lado católico durante la Guerra de los Treinta Años; batalla a la que, por cierto, no sobrevivió. En su legado quedó este complejo palaciego de más de 14000 m2 con el que pretendía rivalizar, que se dice pronto, con el mismo Castillo de Praga. Su ambición le costó cara; el rey Fernando II lo mandó asesinar pensando que conspiraba para hacerse con el poder. Este terreno es hoy en día la sede del Senado de la República Checa, por lo que algunas de las salas del palacio, como el salón Principal o el de los Caballeros, solo se pueden visitar durante los fines de semana de abril a octubre con cita previa y guía.
Por suerte, sí que se puede acceder libremente a los jardines en estos mismos meses, suficiente para hacerte una idea del derroche de coronas que tienes delante. El espacio combina jardinería italiana, esculturas y un estanque con carpas que parece sacado de un cuadro renacentista. Uno de sus grandes atractivos es la sala Terrena, una estructura abierta con tres arcos gigantes decorados con frescos mitológicos. También te llamarán la atención los setos geométricos, los pavos reales que pasean por los senderos y, sobre todo, el muro artificial de estalactitas. ¿Localizas la cara de algunos de los animales que hay tallados entre las paredes de roca? A mí me costó un rato.
El muro de John Lennon
Más de cuarenta años de comunismo y censura dan para mucho, o para poco, según se mire, pero los checos, una sociedad luchadora y pacífica a partes iguales, encontraron en este muro del palacio del Gran Priorato de Malta un lugar para expresar sus amores y lamentos. A finales de 1980, tras el asesinato de John Lennon, alguien dibujó en esta tapia una lápida en honor al cantante, un símbolo mundial, que otros checos fueron completando con mensajes por la libertad, la paz y el amor. Al régimen comunista, por supuesto, no le gustaba nada de esto, así que borraba las pintadas, pero el muro siempre volvía a llenarse una y otra vez. Cuarenta años después sigue vivo, aunque ahora son los viajeros los que lo transforman cada día con sus mensajes más o menos profundos. Para mí gusto: la turistificación ha pervertido la idea con la que nació, pero no voy a ser yo el que censure a nadie.
El museo de Kafka
Hablábamos más arriba de Franz Kafka, el icónico y misterioso escritor checo que nació y pasó en Praga buena parte de su vida. De hecho, está enterrado aquí aunque murió en Austria. Como no podía ser de otra manera, el reconocido literato tiene su museo en la capital de Chequia desde 2005 y se encuentra en Mala Strana. Por cuestiones de agenda, no tuve tiempo para visitarlo, pero, según cuentan, ofrece una experiencia inmersiva que intenta acercarte al universo inquietante, absurdo y existencial del escritor. Esa vivencia comienza en la misma calle del museo, donde preside la estatua de dos hombres orinando sobre un mapa de Chequia, obra del escultor David Černý, del que volveremos a hablar.
La isla Kampa
Otro sitio icónico que visitar en Praga es la isla Kampa, un trocito de Mala Strana separado del resto por el Čertovka, un canal que se traduciría como del Diablo. La verdad es que la isla tiene poco de diabólica ya que, entre las fachadas bonitas, los árboles y los molinos que aprovechan el canal, invita a quedarse. Bueno, igual es por lo de la tentación del diablo, ¿no?
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Qué ver en Praga en la Ciudad Vieja (Staré Město)
Ahora sí, cambiamos de orilla para llegar a Staré Město, el barrio con más ajetreo turístico. Esta Ciudad Vieja empezó como un conjunto de asentamientos de comerciantes atraídos por el movimiento que traía el Castillo y, con el tiempo, se convirtió en el centro económico y social en la etapa medieval. Para facilitar la preparación de tu itinerario por Praga, voy a organizar la ruta según la ubicación de cada punto en la medida de lo posible.
El puente de Carlos IV
Aunque hay más de una decena de puentes que cruzan el río Moldava en su paso por la capital checa, ninguno tiene la importancia y el renombre del de Carlos IV, el más antiguo conservado de la ciudad. Fue construido por orden del propio Carlitos entre 1357 y 1402 para sustituir al puente de Judith, que ya conectaba la Ciudad Vieja con Mala Strana desde finales del siglo XII. Con más de 500 metros de largo, ofrece en su recorrido una “exposición” al aire libre de treinta esculturas y estatuas que empezaron a colocarse ahí desde finales del siglo XVII. Eso sí, ninguna de las que ves son las originales, ya que estas fueron resguardadas en museos y sustituidas por réplicas para evitar el deterioro.
Una de las estatuas más icónicas es la de San Juan Nepomuceno, la primera que fue levantada en homenaje a este santo católico de origen checo. Sobre su martirio y muerte hay muchas dudas. Se cree que Nepomuceno fue mandado torturar por razones “políticas” por el rey Wenceslao IV, murió y su cadáver fue encontrado en el río, de ahí la estatua. Tampoco se tiene claro es si sucumbió a la tortura y luego lo tiraron al agua o si murió al lanzarlo desde el mismo puente. Sea como sea, dicen que si tocas su estatua tendrás suerte / volverás a Praga / ambas respuestas son correctas.
Las torres del puente de Carlos IV
Como ya he comentado, un buen plan en Praga es subirse a cualquiera de sus tropecientas torres para verla desde arriba, que siempre cumple. Pues bien, solo en el puente de Carlos hay tres, dos en el lado de Mala Strana y una en la Ciudad Vieja. La del Puente de la Ciudad Vieja es de estilo gótico tardío y fue concebida como un arco del triunfo de los reinados de Carlos IV y su hijo Wenceslao IV. La entrada al mirador de la torre cuesta 250 coronas, unos diez euros, y te ofrece una buena perspectiva, aunque las hay mejores.
La plaza de la Ciudad Vieja que recorrer en Praga
La plaza de la Ciudad Vieja es el centro neurálgico de la capital, pero es que no ha dejado de serlo desde hace casi diez siglos, ya que aquí se formaban los primeros mercados entre los comerciantes que vivían en el territorio y los que estaban de paso. Rodeada de edificios de estilos gótico, barroco, renacentista y rococó, esta plaza ha sido testigo de la historia de una ciudad y lo seguirá siendo. Estos son algunos de sus lugares más icónicos.
El antiguo ayuntamiento de Praga
Con idea de satisfacer las necesidades de la cada vez más grande comunidad de la Ciudad Vieja, el rey Juan de Luxemburgo autorizó la creación de este ayuntamiento a comienzos del siglo XIV. Al principio este órgano de gobierno se instaló en la casa del comerciante Wolfina od Kamen, pero con el tiempo fue adquiriendo y conectando otros edificios adyacentes hasta llegar a la dimensión actual. Si quieres visitarlo, el precio de la entrada es de 350 CZK, unos 14 euros. ¿Y qué te vas a encontrar?
La capilla de la Virgen María
Hay varios espacios transitables en el interior, pero los más importantes están conectados el uno con el otro. La capilla de la Virgen María se utilizaba para celebrar actos religiosos antes de las reuniones políticas y fue diseñado por Peter Parler (no confundir con Peter Parker), el mismo arquitecto de la catedral de San Vito, el puente de Carlos IV o la Ciudad Nueva… ¡vaya genio! Por cierto, a su lado puedes ver las figuras de los apóstoles esperando su turno para salir cuando el reloj astronómico marca la hora en punto.
La sala Municipal y la Antigua Sala del Consejo
Pero de la religión no solo se vive, por lo que junto a la capilla hay dos espacios utilizados para fines políticos. Especialmente destacable la Antigua Sala del Consejo, conservada casi como tal desde su creación en el siglo XV. Desde aquí se produjo otra de las defenestraciones de Praga: menuda afición tenían los checos de tirar a gente por la ventana.
El mirador de la torre del Ayuntamiento
Si por alguna razón pagaría la entrada del ayuntamiento es para subir a la torre, ya que sus 70 metros de estructura ofrecen una buenísima perspectiva de Praga y de su plaza. La cima la podrás alcanzar en ascensor (100 coronas más) o a través de una rampa espiralada, por lo que es una subida apta para todos los públicos.
Orloj, el reloj astronómico que ver en Praga
Y, ¡tachán!, llegó la hora, nunca mejor dicho, del que seguramente sea mayor icono turístico de la ciudad, un reloj astronómico que lleva girando desde 1410, lo que le convierte en el más antiguo del mundo en funcionamiento. Mirándolo puedes saber la posición del sol y la luna, la fase lunar, el mes del año, las constelaciones del zodiaco… ¡ni un “smatphone” se atreve a tanto! Por si fuera poco, cada hora en punto entre las 9 y las 21 h. salen a desfilar los doce apóstoles, aunque también puedes ver a la Muerte tocando una campana, la Avaricia agitando dinero, la Vanidad mirándose a un espejo o el gallo dorado que da la hora. Como comprenderás, no hay viajero que se pierda este espectáculo, por lo que es habitual que se monten buenas verbenas en la plaza. Aunque sea parte del antiguo ayuntamiento, el reloj da a la calle, por lo que se ve desde la plaza sin pagar por ello. A nosotros nos ofrecieron una vista privilegiada desde un salón privado del restaurante 420, situado justo en frente, pero era parte del programa organizado por la oficina de turismo y no es de acceso libre. Pero si quieres comer ahí y luego pedirle permiso… quién sabe.
La iglesia de Nuestra Señora de Tyn
Otro edificio que vas a ver seguro en la plaza de la Ciudad Vieja es la iglesia de Nuestra Señora de Tyn, ya que las dos torres de 80 metros de su fachada gótica se cuelan en cualquier panorama. Por dentro la iglesia es de estilo barroco porque fue restaurada en el siglo XVII tras ser dañada por un rayo. Se puede visitar gratuitamente así que aprovecha.
Otros lugares que visitar en Praga en la plaza de la Ciudad Vieja
Todavía no hemos salido de la plaza y aún quedan cosas por hacer. Allí mismo te encontrarás la estatua de Jan Hus del que he hablado en la parte de historia, la iglesia de San Nicolás, no confundir con la homónima de Mala Strana, la casa del Minuto (u Minuty) donde Kafka pasó buena parte de su infancia, o el palacio Kinský, una de las sedes de la Galería Nacional de Praga.
La torre de la Pólvora
Fuera, pero muy cerca de la plaza de la Ciudad Vieja, al final de la también popular calle Celetná se alza esta torre gótica del siglo XV apodada así porque se usó para almacenar pólvora dos siglos después. Si te apetece tener otra vista de Praga desde lo alto de sus más de 40 metros, puedes hacerlo pagando las 200 coronas que cuesta la entrada, algo más de 8 euros.
El mercado Havel (Havelské tržiště)
En este punto ya te habrá quedado claro que la capital de la República Checa ha sido, y sigue siendo, un espacio de comercio y comerciantes. Pues bien, en la Ciudad Vieja está el mercado al aire libre más antiguo que ver en Praga, el de Havel, cuyas primeras ventas se remontan al siglo XIII. Aunque en sus orígenes era un mercado de productos agrícolas para los locales, hoy en día se ha transformado en un lugar principalmente turístico, con puestos de suvenires y de recuerdos varios.
Viselec, una estatua de Černý a Sigmund Freud
De camino al Clementinum, un sitio al que tienes que ir sí o sí, toma un desvío por la calle Husova y no dejes de mirar hacia arriba, con cuidado de no tropezarte, hasta que veas esta particular estatua de Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, a quien Černý puso guindado de una viga. La interpretación más extendida es que representa la eterna dicotomía humana entre aferrarse o soltar, pero con Černý nunca se sabe.
Clementinum, otro espacio “astronómico” en la capital checa
Dejamos a Freud colgando y vamos al Clementinum, el segundo complejo de edificios más grande de la capital solo por detrás del Castillo de Praga. Tan extenso es que los jesuitas, sus promotores, tardaron 150 años en construirlo sobre los restos de un antiguo monasterio dominico. Este complejo que en su día fue un colegio de esta orden religiosa, está actualmente copado por la Biblioteca Nacional de la República Checa y por el Instituto de Meteorología, pero tiene algunos espacios de acceso turístico previo pago de las 380 coronas que cuesta la entrada (unos 15 euros).
La biblioteca barroca más bonita que ver en Praga
Unos ¡¡20000 libros!! se aglutinan en una impresionante sala barroca que hay en el edificio. No es su único atractivo: sus techos abovedados están decorados por los frescos del pintor Jan Hiebel. Tampoco desmerecen los globos terráqueos que presiden el centro de la sala. No he visto tantas, pero no me extraña que se diga que podría ser una de las bibliotecas más bonitas del mundo. Lástima, y menos mal, que solo se puede ver desde lejos.
La torre astronómica del Clementinum
No es casualidad que el Instituto de Meteorología esté ubicado en este complejo, ya que el Clementinum lleva recogiendo datos del clima desde hace más de 250 años. Por este motivo se construyó allí una torre astronómica en el siglo XVIII que hoy es uno de los mejores miradores que ver en Praga.
Josefov – Itinerario del barrio judío que ver en Praga
Aunque forma parte de la Ciudad Vieja, dejo un espacio entero solo para el barrio judío de Praga, ya que tiene contenido suficiente para dedicarle varias horas. La historia de los judíos en la capital checa no es, precisamente, un cuento de hadas. Su presencia está documentada desde el siglo X, pero han sufrido persecuciones, linchamientos y expulsiones a lo largo del tiempo. De hecho, vivían encerrados en este barrio por ley, lo que originó un gueto. Hubo que esperar a finales del siglo XVIII para que el rey José II otorgara a esta comunidad los mismos derechos que al resto de población y les permitiera salir a otros lugares, algo que solo consiguieron hacer las familias más adineradas. En 1850, Francisco José I, otro monarca, ordenó la reorganización administrativa de Praga, incorporando barrios y arrabales al núcleo principal. Esta normativa supuso la disolución de este gueto que pasaría a llamarse Josefov en honor a José II.
Sin embargo, por aquel entonces era un barrio pobre y muy complicado, por lo que a finales de siglo XIX decidieron tirarlo casi todo abajo como parte de un programa de saneamiento de la ciudad, dejando solo en pie las sinagogas históricas, el cementerio y algunos edificios emblemáticos. Después de este “lavado de cara” no exento de polémica, el siglo XX llegó con una sorpresa todavía más desagradable para esta comunidad: la Segunda Guerra Mundial. Según la enciclopedia del Holocausto, los nazis mataron a cerca de 80000 judíos de los 120000 que vivían en territorio checo. En la actualidad quedan menos de 2000 judíos en Praga y Josefov, curiosamente, se ha convertido en uno de los barrios más exclusivos de la ciudad.
Puestos en contexto, vamos con lo que puedes visitar en el barrio judío ordenado tal y como la guía nos recomendó hacer el recorrido. AVISO IMPORTANTE: la entrada a las sinagogas no es libre, sino que tienes que comprar un ticket combinado de 600 coronas checas (unos 25 euros) para visitarlo y este no incluye la Vieja-Nueva. Aquí te dejo un tour guiado en español con entradas incluidas por si prefieres que alguien te lo cuente.
Sinagoga Maisel
Nuestra visita comenzó en Maisel, una sinagoga construida a finales de siglo XVI, pero que ha tenido que ser reconstruida en numerosas ocasiones, la último a principios del XX al estilo neogótico. A mí me pareció la más sencilla de todas, pero tiene un pequeño museo sobre el judaísmo donde puedes ver, entre otras cosas, como era el barrio antes de que lo tiraran abajo.
Sinagoga Española, la más bonita que ver en Praga
Se le conoce como la sinagoga Española por su diseño interior de estilo morisco, inspirado en la Alhambra. Y aunque su belleza no es comparable con la de la maravilla granadina, es la más bonita y la más “nueva” de las seis que hay Josefov. Además de disfrutar de su arquitectura, dentro también puedes ver una pequeña exposición sobre la historia de los judíos en Bohemia y Moravia.
Sinagoga Pinkas
La sinagoga Pinkas, del siglo XV, funciona hoy como memorial para los casi 80000 judíos que se cobró el nazismo solo en Checoslovaquia. En cada hueco de sus paredes están escritos los nombres y las fechas de nacimiento y muerte de los fallecidos. Por si fuera poco, en la planta superior hay una exposición con dibujos hechos por niños del gueto de Terezín sobre la guerra. A mí me dejó sin palabras, literalmente, y me hizo pensar en cómo un pueblo que ha sido víctima de semejante genocidio es capaz de actuar como verdugo de otro pueblo 80 años después. Pero ese no es el tema de este blog, ¿no?
El antiguo cementerio judío
Como Josefov fue durante años un gueto del que los judíos no podían salir, allí se desarrolló un cementerio donde, se calcula, podría haber restos de hasta 100000 personas repartidos en 12 capas. Tuvo que ser de nuevo el rey José II el que prohibiera el uso de cementerios del interior de la ciudad por temas de higiene y ordenara la creación de nuevos camposantos en el, por entonces, extrarradio de Praga. Por eso, en el antiguo no vas a encontrar la lápida de Kafka ni de las víctimas del holocausto en ninguna de las 12000 losas de piedra sobre las que la naturaleza se abre paso.
Vieja-Nueva, la sinagoga más antigua que ver en Praga
Terminamos este vaivén por el barrio judío en la sinagoga Vieja-Nueva, la más antigua en activo de Europa con sus más de 700 años de vida. Sus paredes de piedra de estilo gótico han sobrevivido a inundaciones, incendios, ataques y al susodicho saneamiento de finales del XIX. Solo se permite visitar la nave principal, pero hay una leyenda que cuenta que en el ático se encuentra el Golem de Praga, una criatura de arcilla creada por el rabino Judah Loew para proteger a la comunidad a finales del siglo XVI, aunque no se han hallado restos en distintas expediciones.
Itinerario en la Ciudad Nueva de Praga
Sí, amigo, todavía hay más cosas que ver en Praga. De hecho, pese a haber estado tres días por ahí y haberlos exprimido bastante, mi sensación es de haber visto un 10 % de lo que ofrece. Sin ir más lejos, me habría gustado dedicarle más tiempo a este distrito que, al contrario de lo que puede parecer por su nombre, tiene casi 700 años a las espaldas. Carlos IV, quién sino, fundó la Ciudad Nueva a mediados del siglo XIV para expandir una capital de Bohemia que por entonces vivía un auge económico y demográfico. El rey diseñó Nové Město, su nombre en checo, con amplias avenidas, grandes plazas de mercado y calles rectas, algo poco habitual en la Edad Media. Uno de sus objetivos era conectar las ciudades históricas y redistribuir el comercio, ya que la Ciudad Vieja estaba abarrotada. Por ello se incentivó a la población checa a mudarse ahí, algo que hicieron mayormente las clases bajas. Con el tiempo fue ganando importancia y en el siglo XIX se convirtió en el núcleo cultural de Praga, con la construcción de teatros, museos y edificios residenciales de estilo Art Nouveau. Un siglo después pasó a ser el centro de las celebraciones y protestas de los checos, pero eso lo detallo a continuación. Hoy es uno de sus barrios con más vida comercial, cultural y turística.
La plaza de Wenceslao, el termómetro de Praga
En el corazón de la Ciudad Nueva se encuentra la plaza de Wenceslao, que es, en realidad, un bulevar de 750 metros de largo sin el que sería imposible entender la historia reciente de la República Checa. Y es que aquí, entre otras cosas, se celebró la creación de Checoslovaquia tras la Primera Guerra Mundial; la expulsión de los nazis y llegada de los comunistas tras la Segunda; los intentos de hacer un “socialismo con rostro humano” que fueron cortados por los tanques en la llamada Primavera de Praga de 1968; y la definitiva independencia del país tras la Revolución de Terciopelo de 1989.
Mi amigo Diego y mi yo joven en la plaza de Wenceslao de Praga en 2012
Vamos, que el allí presente San Wenceslao, patrono de la República Checa, no ha necesitado volver a la vida para ver como sus queridos paisanos han conseguido todo lo que se han propuesta sin derramar una gota de sangre. En los últimos años, menos convulsos, la plaza de Wenceslao es un lugar de paseo obligado para lugareños y foráneos.
El Museo Nacional de Praga
Ya que estás en la plaza de Wenceslao, ve a la parte alta y echa un vistazo al edificio del Museo Nacional, el más grande del país. Aunque el museo como tal fue fundado a principios del XIX, fue instalado en el edificio que nos atañe, de estilo renacentista, en las postrimerías de ese mismo siglo. A mí no me dio tiempo a verlo por dentro, pero alguno de mis compañeros estuvo y lo recomienda vivamente. El precio de la entrada es de 300 coronas checas, unos 12 euros.
El palacio de Lucerna
En una de las bocacalles de la plaza de Wenceslao está el palacio de Lucerna, uno de los primeros “centros comerciales” que se abrió en Praga. Terminado hace más de 100 años, este pasaje que combina el modernismo y el Art Nouveau acoge en su interior un cine, un bar, alguna cafetería, tienda… y una estatua del siempre atrevido David Černý, que en esta ocasión decidió montar al “Wences” en un caballo muerto y bocabajo.
Otras obras de David Černý que ver en Praga
Aprovecho que “me has sacado el tema” de David Černý para decirte que en la Ciudad Nueva se ven otras de sus esculturas más famosas, así que puedes incluirlas en tu itinerario por Praga: no te dejará indiferente.
Las mariposas, el delicado equilibrio entre la paz y la guerra
Seguimos de centros comerciales, aunque este bastante más moderno, porque en la fachada del Máj Národní se sitúa una de las últimas “locuras” de Černý, un avión de combate con alas de mariposa o una mariposa con cuerpo de avión, como prefieras. Según su versión, con ella quiere representar la fina línea que separa la guerra de la paz además de homenajear a los aviadores checoslovacos que lucharon contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
La cabeza de Franz Kafka
Si alguna de las obras de Černý me dejó boquiabierto fue la cabeza de Franz Kafka de 39 toneladas que hay junto al edificio Quadrio. Y no me impresionó tanto por las dimensiones sino porque es una muestra de arte cinético, es decir, se mueve. Durante quince minutos por cada hora en punto puedes ver como la cabeza se “metamorfosea”, un posible guiño a la obra y a la mente del prestigioso autor checo.
La Casa Danzante que ver en Praga
Dejamos a Černý tranquilo, pero no nos vamos demasiado lejos, ya que cerquita de la escultura de Kafka está la vanguardista Casa Danzante, un edificio diseño por el arquitecto Vlado Milunić junto al siempre creativo Frank Gehry. Desde 1996, Ginger (Rogers) y Fred (Aster), como el estudio apodó al edificio, bailan pegados junto a las aguas del río Moldava.
El río Moldava, un imprescindible más de la capital checa
Ya que hemos llegado hasta la ribera, voy a dedicarle un espacio al río que la atraviesa. Y es que Praga no estaría donde está y no sería como es sin el Moldava. Y aunque se colará en tus fotos de una forma u otra, yo te recomiendo ir más allá y navegarlo. Nosotros lo surcamos un par de veces, una como parte de la experiencia en el Four Season que, dado el precio, es inasumible para el ser humano medio…
… y otra mucho más asequible y que me cautivó: una cena al atardecer con música en directo. Mientras se escondía el sol, pudimos ver desde el barco algunos de los sitios más icónicos de Praga…
…para luego cenar y disfrutar de las vistas nocturnas de la capital. Aunque no es el mismo que hicimos nosotros, aquí puedes reservar uno de características muy parecidas. ¡¡200 % recomendable!!
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Otros lugares que ver en Praga
Pese a ser este es el artículo más largo que he escrito en la historia de este blog, que se dice pronto, soy consciente de que, aun así, hay cosas que me han quedado fuera. Y es que lo que te he planteado es, más o menos, el itinerario clásico por Praga, el que puedes hacer en una primera incursión de dos o tres días. Si tienes más tiempo, no olvides incluir algunos de sus parques como el de Petřín o el Letná, islas como la de Střelecký o la de Štvanice, museos como el del Comunismo o el de Kampa o la fortaleza de Vyšehrad. Como sé que volveré, prometo ir completando este artículo, pero espero que te haya servido para hacerte una composición de lugar.
Ahora sí, termino esta guía sobre qué ver en Praga esperando haberte transmitido toda mi fascinación por ella, que es muchísima. Porque si no es la ciudad más bonita del mundo, desde luego es una de las grandes maravillas de Europa. Si tienes dudas, sugerencias o se ha quedado algún otro tema en el tintero, aprovecha los comentarios. ¡Gracias por leerme!
Más artículos sobre el país en mi guía de República Checa.
(Post publicado originalmente el 13/06/12 y actualizado el 14/08/25).

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KIM
Qué buena reseña. Me ha gustado y me ha hecho ponerme nostálgico del tiempo que vivi en Praga. Un saludo!
Sergio Otegui Palacios
Gracias por pasarte a comentar, Kim