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4. Melón con jamón

Supermercado Polonia

Todavía no hemos pisado un McDonalds. Lo que para vosotros igual puede parecer una tontería, a nosotros nos hace mucha ilusión. El año pasado, a estas alturas de viaje, ya nos habríamos dejado caer siete u ocho veces por este restaurante. Pero ahora ya no lo necesitamos. Nos ha costado, pero hemos aprendido a comer bueno, típico y barato en cualquier lugar. Una prueba evidente de que hemos madurado como mochileros. La misma madurez de la que echamos mano para salir de Polonia.

Mochileros en la puerta de un supermercado de Ketrzyn (Polonia)

(16-07-13) Recordaréis que la última vez que hablamos estábamos atrapados en el Malibú, un motel de carretera en la frontera entre Polonia y Lituania. Pues bien, no fue fácil pero acabamos saliendo. Autobús mediante, abandonamos ese lugar para volver a Ketrzyn, la ciudad polaca más cercana a Lituania. Una vez allí la amable señorita encargada de vender los billetes de autobús entre países nos dijo que ese día ningún autobús nos llevaría al país vecino. Pero no lo dijo en buen tono ni con una sonrisa, sino gritando y comportándose como una histérica. 

Viajeros esperan en la estación de autobuses de Ketrzyn  (Polonia)

Pero lejos de rendirnos, decidimos hacer su trabajo, desempolvamos el manual del mochilero intrépido y utilizamos nuestra inteligencia para buscar entre las distintas webs de autobuses polacos. Con lógica y paciencia, dimos con un autobús que salía de ahí al mediodía y nos llevaría a Vilna (capital de Lituania). Antes de cogerlo aún nos dio tiempo a ayudar a dos  viajeras polacas que trataban de hacer lo que nosotros habíamos hecho el día anterior: cruzar la frontera Polonia – Lituania a dedo. 

Polacas

Como parecía que tampoco tenían demasiado éxito, decidimos acercarnos a ellas y enseñarles a salir de ahí en autobús. Debieron de seguir nuestro consejo porque acabaron siendo nuestras compañeras de viaje. Cinco horas después estábamos en Vilna.

Turistas en el Ayuntamiento de Vilna (Lituania)

Allí tuvimos la suerte de encontrar el Fortuna, un hostal con más comodidades que un hotel de cinco estrellas: baño por habitación, una gran cocina, sala de juegos, lavandería, limpieza… Probablemente, el mejor hostal por el que hemos pasado en todas nuestras aventuras. Recargadas las pilas y ya sin mochilas, dimos una vuelta por el casco viejo de la capital lituana, algo más que recomendable.

Centro histórico de Vilna, Lituania

Terminado el paseo era la hora de cenar. Pero a cenar no íbamos a ir a cualquier sito, si no a un restaurante que nos había recomendado José, nuestro amigo canario al que conocimos en nuestro Eurotrip del año pasado. Alaus Baras (el bar de la cerveza), un lugar conocido por su cerveza casera y por su comida tradicional. Exótico pero sabroso, diferente pero barato.

Alaus Baras, Vilna (Lithuania)

Cenados, vuelta nocturna por la capital y a dormir a nuestro hostal de lujo.

Iluminación nocturna en el ayuntamiento de Vilnius (Lituania)

(17-07-13) La mañana siguiente la decidimos pasar en Trakai, una ciudad cercana a Vilna con mucho atractivo turístico. Pocos lugares pueden presumir de tener un castillo en medio de un lago.

Entrada al castillo de Trakai (Lituania)

De nosotros para vosotros, tampoco es un sitio que merezca tanto la pena. Es bonito, pero no como para pagar una entrada con nuestro presupuesto de veinte euros diarios.

Detalle en el castillo de Trakai (Lituania)

Tras comer en un restaurante temático, volvimos a Vilna, recogimos nuestras pertenencias  y recorrimos la ciudad bajo la lluvia hasta la casa de Justyna, nuestra Couchsurfing de ese día.

Casa Justyna, Vilnius (Lituania)

Caótica Justyna, una divertida pero desorganizada lituana con un altísimo nivel de inglés pero con un piso no demasiado preparado para meter a dormir a cuatro más. Aun así, a ella le hicimos algo que no habíamos hecho con ninguno de nuestros anfitriones anteriores: le preparamos una comida típica española; pan con tomate, variado de fiambres, y melón con jamón. No estamos seguros de sí el melón con jamón le gustó demasiado, ya que apenas cogió un par de trozos. Nos gusta creer que no tenía hambre. En nuestra defensa diremos que estaba bueno. Cenados y reídos, momento de encontrar nuestro hueco para dormir.

(18-07-13) Había llegado la hora de salir de Vilna, pero todavía era pronto para abandonar Lituania. Junto a la costa nos esperaba Klaipeda.

Árbol decorado en la isla junto a Klaipeda (Lituania)

Fue fácil llegar aunque bastante cansino; en un autobús en el que quien no hablaba a gritos por el móvil, llevaba un gato encima o un bebé recién nacido que no paraba de llorar. Una vez en Klaipeda, aprovechamos el poco tiempo que teníamos para ver una impresionante isla muy cercana a la ciudad, cubierta de bosques y con unas largas playas de arena blanca. 

Una cambiador en la playa de la isla cercana a Klaipeda (Lituania)

Como curiosidad decir que la isla estaba dividida en distintos tipos de playa: la mixta, la de mujeres, la de hombres y la playa nudista. Como suele pasar en estos casos, imagino que la playa de mujeres estaría llena de hombres, que en la playa de hombres no habría nada, que la mixta se llenaría de familias y que en la nudista sólo habría curiosos.

Un curioso cartel en la isla cercana a Klaipeda (Lituania), separando las playas según su público

Nosotros nos decantamos por la mixta y allí disfrutamos de uno de los momentos más relajantes del viaje.

Paseando por la playa de la isla cercana a Klaipeda (Lituania)

Tras abandonar la isla fuimos a casa de Lukas, nuestro Couchsurfing de esa noche. Con Lukas, con su hermano, con la novia de Lucas (Greta) y con la amiga de la novia de Lucas (Ieva) hemos pasado una noche verdaderamente divertida, con show de magia en vivo, momentos musicales, beatboxing, cervezas homemade, duchas frías, sopa y más melón con jamón. 

Casa Lukas, Couchsurfing en Klaipeda (Lituania)

(19-07-13) Ahora os escribimos ya desde Riga, la capital de Letonia, donde un bofetón de pobreza nos ha salido a recibir a la estación. Ahora estamos en un hostal reponiendo fuerzas porque la salida de Lituania ha sido bastante intensa. De ese país nos vamos con un muy buen regusto y empiezo a tener la sensación de que no va a haber sitio en el mundo que no merezca la pena. ¿Cómo hemos salido de Lituania? Os lo contamos en el próximo post pero os adelantamos que la única norma de tráfico en Lituania es sobrevivir.

(Esta publicación no es la original sino una recuperación de la misma. Para leer los comentarios y ver la original entra en A Laponia con chancletas)

Klaipeda, Lituania, trakai, Vilna


Sergio Otegui Palacios

Trabajo en El Fabricante de Nubes, una productora audiovisual en Zaragoza. Recorro el mundo con una mochila a la espalda y una cámara en la mano y os lo cuento en Nada Incluido, mi blog de viajes. Vídeo, fotografía, publicidad, viajes, lo que surja. How can I help you?

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