8. Masters of Finland
Lo recuerdo con frío. No sé si era por los nervios o porque Papá Noel siempre dejaba abierta la ventana de la habitación de mi abuela cuando salía. En Pamplona, los inviernos son duros y yo año tras año me preguntaba lo mismo: ¿por qué no cierra la ventana? Aunque la duda dejaba de importarme en el mismo momento en el que veía todos los regalos que había dejado.
Navidad tras Navidad, tú creces mientras la cantidad y el tamaño de los regalos disminuye. Y de repente, con veintitrés años, te encuentras en Finlandia cogido del hombro por el mismo Santa Claus, sonriendo profundamente mientras un duende extrañamente alto te hace una fotografía.Vale, lo sé, todo es un decorado y Papá Noel es un tipo con un disfraz, pero tenemos una foto con el 100% oficial falso Papá Noel. Aun así, conseguirla no fue fácil… ni barato. Será mejor que os empiece a contar la aventura desde el principio.
(28-07-13) La última vez que hablamos os escribimos desde un confortable camping en Sodankyla (Finlandia). Desde ahí nuestra ruta continuó un poquito más al norte, hacia otro camping en Ivalo, muy cerca de donde Finlandia deja de ser Finlandia. Por fin habíamos alcanzado cumbre en este país y lo celebramos en uno de los rincones más bonitos de los que hemos disfrutado en nuestro viaje: el lago Inari.
Finlandia es un país plagado de lagos, pero ése tenía algo especial. Quizá simplemente era el contexto, lo satisfechos que estábamos por cómo nos estaba yendo todo, la hora que era, las ganas que teníamos de perdernos en algún rincón o el hecho de que fuera la primera tarde que teníamos libre en mucho tiempo.
Fuera por la razón que fuera en ese lago vivimos un momento verdaderamente especial, con nuestros pies metidos en sus aguas heladas escuchando silencios puros.
Tras anochecer sin anochecer (para que os hagáis una idea, las fotos de esta parte de la publicación fueron hechos en el momento de menos luz del día), volvimos a dormir.
(29-07-13) Cuando estás en la cumbre, lo único que te queda es bajar. El lunes fue nuestro primer día de descenso, rumbo a Oulu. Antes, tocaba terminar lo que habíamos empezado: debíamos encontrar a Papá Noel. Para ello volvimos a Rovaniemi, una ciudad en la que ya habíamos intentado dormir pero de la que salimos corriendo por sus inviables precios. Pero como os conté, Rovaniemi es la ciudad oficial de Santa Claus así que en algún punto de ahí tenía que esconderse.
Sólo teníamos una pista: el Santa’s Park, un parque temático, plagado de tiendas y otros edificios relacionados. Nos perdimos entre compras buscando algún indicio del barbudo bonachón, pero lo único que encontramos fueron gastos, gastos y más gastos y algún cutre imitador.
Pero con tanta gente revoloteando por ahí, estaba claro que Santa andaría cerca. En el camino nos encontramos con el Círculo Polar Ártico, la paralela que indica el comienzo del ártico.
Siguiendo la línea acabamos por ver un edificio con un cartel en el tejado: “Santa is here” (Papá Noel está aquí).
Una elfa salió a recibirnos a la entrada y nos avisó de que dentro de la guarida de Papá Noel estaba prohibido el uso de cámaras. Cómo suele pasar con este tipo de prohibiciones estúpidas, yo hice caso a medias. Para llegar a la habitación donde se escondía, tuvimos que recorrer unas grutas subterráneas en las que hacía tanto frío como en el cuarto donde nos deja los regalos en Navidad. Un numeroso grupo de asiáticos haciendo fila indicaba que ya habíamos llegado a nuestro destino.
Si Papá Noel tuviera Twitter, seguro que tendría más seguidores que Shakira. A todo el mundo le gusta. Aunque sólo había gente mayor en ese lugar, todos estaban muy nerviosos, tratando de ponerse guapos para la foto. Llegó nuestro turno. Ahí estaba él, sentado en su trono de Papá Noel, con su blanca y larga barba, con sus zapatos enormes y abrigados y sus gafas de sabio. En ese momento entendí porque hacía tanto frío en ese lugar y en la habitación de los regalos: con esa ropa se tiene que pasar mucho calor. Él nos saludó con toda su bondad e incluso se arrancó con algunas palabras en español. Nosotros nos limitamos a sonreír y a responder tontamente. El duende gigante fue el encargado de hacernos la ya mostrada foto…
…y una elfa muy guapa la encargada de sacarnos los cuartos. Quién algo quiere, algo le cuesta, y eso en Finlandia lo saben muy bien. Veinticinco dolorosos euros nos costó la broma, y habrían sido 39 si la hubiéramos pedido en digital. Nos bastó con nuestra copia impresa, ya nos encargaríamos nosotros de escanearla. Un palazo en nuestro presupuesto, pero nuestros seguidores bien lo valéis. No fue complicado digitalizar la foto. Haana, nuestra anfitriona Couchsurfing de esa noche, tenía escáner. Poco más cabía en su pequeño piso.
Me sorprende, para bien, como la gente es capaz de meter a cuatro mochileros en un piso de treinta metros e incluso dejarte su cama. De Haana poquito más podemos decir, una buena chica con la que tuvimos una relación cordial y poco más. Nos enseñó Oulu, su ciudad…
…pero por el motivo que fuera la conversación no fluyó demasiado. Quizá le imponía el hecho de estar con cuatro hombres a la vez. O, simplemente, era una chica reservada. Eso sí, también se llevó un recuerdo nuestro.
(30-07-13) Abandonamos Oulu temprano para continuar nuestro descenso por Finlandia. Se preveía otro largo viaje en coche, con sus típicos momentos monótonos y aburridos. Pero todo eso cambió cuando al salir de la ciudad nos la encontramos haciendo autostop.
Ella es Heini, y esta foto nos la hicimos después de compartir dos horas de viaje en coche. No necesitamos más para darnos cuenta de que nos encantabamos y de que nos la habríamos llevado a España. En ese trayecto descubrí que nuestro nivel de inglés aumenta según la persona que tengas delante, según las ganas que tengas de hacerte entender. En nuestro viaje compartimos comida, canciones, dibujos, idioma, regalos y humor, mucho humor.
Heini es muy diferente al resto de personas que hemos conocido en Finlandia, no necesariamente mejor, pero sí más extrovertida y espontánea. Esta estudiante de teatro respiraba naturalidad. Iba más al sur que nosotros así que cuando llegamos a Petalax, nuestro destino„ le dejamos en un buen punto para hacer autostop y nos despedimos con mucha mucha pena. Ella, una autostopista consagrada, nos dijo que había sido su mejor experiencia de este tipo. Nosotros, en nuestra primera vez recogiendo a alguien, sabemos que será difícil repetir con alguien así. Por supuesto, compartimos toda nuestra información de contacto. Algo me dice que nos volveremos a ver. Apeada Heini, llegamos a la casa de Marie y Johan, nuestros alojadores de esa noche en Petalax. Una agradable pareja con una bonita casa en un precioso país.
Pasamos sólo una tarde con ellos pero la aprovechamos al máximo: comida, bosque y mar.
- Comida: ellos fueron los primeros anfitriones de toda Finlandia que nos prepararon algo para comer. Eternamente agradecidos tras tantos días de bocatas de supermercado.
- Bosque: nos propusieron ir a dar una vuelta por un bosque de su propiedad (típico en este país). Nosotros aceptamos la oferta pero íbamos tan mal equipados que se vieron “obligados” a dejarnos chubasqueros y botas. Menos mal, porque llegamos a ir con nuestras zapatillas y volvemos a España descalzos.
También nos ofrecieron spray antimosquitos pero: ¿cómo va haber mosquitos con el fresco que hace y después de todo el día lloviendo? Había, miles de hecho. Que digo miles, millones. Aunque por lo visto era un mal menor en un bosque donde conviven sapos, abejas, serpientes, alces e incluso osos.
- Mar: en un pequeño bote de su propiedad dimos una vuelta en torno a la costa.
Fue una experiencia increíble a pesar de que éramos demasiada gente en algo muy inestable. No hubo que lamentar aguas mayores y llegamos sanos y secos.
Esta pareja es la misma que nos había invitado a sacar a sus ovejas de una isla, pero debido al tiempo atmosférico y al de nuestros relojes ha sido imposible. Esta vez no, pero prometemos volver. Johan y Marie valen su peso en oro.
(31-07-13) Ahora ya estamos en Turku, devolviendo el coche en el mismo lugar donde lo cogimos hace seis días. Dejamos atrás un recorrido increíble por un país único. Muy serios, para lo bueno y para lo malo. Reservados. Limpios. Verdes…
…tranquilos. Despreocupados. Cultos. Caros. Educados. Un modelo en muchas cosas. Un lugar que nos ha aportado mucho y donde creo que hemos aportado mucho. Me gusta creer que Tapsi, Lempi, Johan, Marie, Heini, Janne, Haana… nos recordaran con la misma sonrisa con la que nosotros les recordaremos a ellos. Mañana, a Suecia, a subsistir con lo poquito que nos queda. Permanezcan atentos.
(Esta publicación no es la original sino una recuperación de la misma. Para leer los comentarios y ver la original entra en A Laponia con chancletas)
Finlandia, Ivalo, Oulu, Rovaniemi, Turku

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