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4. Krabi y Phuket, vicios y virtudes

Recorriendo Phuket (Tailandia) en moto alquilada

Tres aventuras después uno ya empieza a tener tablas en el arte de viajar con lo puesto. Los problemas básicos de 1º de mochila (equipaje muy pesado, no dar con los hostales adecuados, no comer bien…) ya son cosa del pasado. Sin embargo, nunca un viaje nos había puesto tan a prueba. Pero ya sabéis lo que se dice, uno puede ganar o… aprender. Y nosotros somos muy buenos alumnos.

Recorriendo Phuket (Tailandia) en moto alquilada

 (28-08-14) La última vez que os escribimos acabábamos de llegar a Tailandia tras un alocadísimo y largo viaje en minibus. Salimos de Penang, la ciudad del norte de Malasia que tan buen regusto nos dejó, rumbo a Krabi, región costera del sur de Tailandia. En la teoría ocho horas de trayecto, en la práctica casi medio día. Aún con todo, un viaje entretenido, en gran parte gracias a Daniela.

Viaje en minivan desde Penang (Malasia) a Krabi (Tailandia)

Italiana, 31 años, pelo rizado, sonriente, aficionada a lo místico, licenciada en turismo. Durante los seis primeros meses del año estuvo trabajando en Australia y ahora, tras acabar contrato, vuelve a casa haciendo un pequeño tour por Asia. Con un sentido del humor muy cercano, con su inglés italianizado y con una apasionante historia de cómo un aceite de coco se le abrió en la mochila y le estropeó el pasaporte caló en nuestro grupo. Buena chica, capaz incluso de conseguir que Víctor hablara inglés. Sin enterarnos llegamos  a la aduana, y tras la burocracia habitual, cambiamos de vehículo.

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Camión para deportados en la aduana entre Tailandia y Malasia

Ahora en serio.

Minivan que nos llevó desde Penang (Malasia) a Krabi (Tailandia)

En esta furgoneta iniciamos el viaje pero, dos escalas después, el nivel del transporte cayó en picado. No es que fueran vehículos mucho peores, pero cada vez había menos hueco entre asientos. El momento cumbre del trayecto fue cuando llegamos a juntarnos quince personas en el mismo espacio en el que al principio habíamos viajado cinco. De inicio bien, luego calor, luego una pierna que se duerme, luego un movimiento casi ninja para tratar de estirarla, luego se te sube el gemelo porque no estás en posición lógica, luego dejas de sentir la otra pierna, luego te pica algo pero ya no sabes ni qué es, luego se baja gente, por fin. El resto del trayecto fue más tranquilo hasta que minutos antes de llegar a nuestro destino una pareja de sudafricanos con los que compartíamos automóvil nos insistieron de que en Krabi no había nada que ver, que nos fuéramos a Ao Nang. Así lo hicimos.

Calle principal de Ao Nang, ciudad costera de Tailandia

Ao Nang

Marina d´Or pero en Tailandia, un pueblo costero gobernado por grandes marcas y sin ningún tipo de historia, sólo una playa bonita. Pero ya era tarde, así que tras hacernos con un buen hostal y en compañía de Daniela (por entonces, una más en la famila), todos a la cama. Cada uno a la suya, claro.

(29-08-14) Madrugón por quinto día consecutivo con el objetivo de aprovechar la mañana de playa. De primeras no llovió, pero tampoco salió el sol y cuando al final salió acabó por llover. Aún con esas nos dio para disfrutar de una mañana en la playa…

Paseando por la playa de Ao Nang (Tailandia)

… con su consiguiente chapuzón…Bañándonos en la playa de Ao Nang (Tailandia)… y sus consiguientes monos.

Mono tratando de abrir un coco en la playa de Ao Nang (Tailandia)

Así es amigos, había monos. ¿Alguna vez habéis compartido toalla con un mono? Pues nosotros tampoco, porque no teníamos toalla. Decenas de ellos campaban a sus anchas por los bosques que rodeaban la playa. Tras chantajearles con algo de coco conseguimos que se arrimaran a nosotros…

Con un mono en la playa de Ao Nang (Tailandia)

… y pude hacerles unas cuantas fotos.

Mono pensativo en la playa de Ao Nang (Tailandia)

Tras decir adiós a los monos, lo siguiente fue despedirse de Daniela, quién tenía que coger un autobús. Desde aquí, le deseamos lo mejor en su viaje y en su vida. Pero, ¿y nosotros qué? Investigando un poco descubrimos que Krabi en sí no es nada del otro mundo, pero es el centro neurálgico de todo tipo de excursión a rincones paradisíacos. Tarde y caro para nosotros, nuestra visita a una isla de ensueño tendrá que esperar algunos días más.

Playa de Ao Nang, Tailandia

Phuket

Pero no había tiempo para lamentaciones, el viaje debía continuar. Nuestro siguiente destino: Phuket, una isla similar a Georgetown (Penang) pero bastante más grande. Es decir, no es la típica isla de cocos, arena blanca y aguas cristalinas, sino un lugar donde la naturaleza crece en los sitios donde el hombre no ha podido o no ha querido llegar. Aún así un rincón con muchísimo encanto, aunque hay que saber buscarlo.

Gato en una casa de Phuket Town (Tailandia)

Llegamos a media tarde, y tras dar con un hostal bueno, preferimos irnos a otro peor (por no reservar a tiempo, ya nos conocéis).

Nuestro hostal en Phuket Town (Tailandia)

Aunque no os lo creáis, esa era la puerta de nuestro hostal, un local aprovechado con puestos de zapateros, cerrajeros y otros gremios. Por dentro, las habitaciones cumplían con el mínimo necesario. Ahí dejamos nuestro bártulos y nos lanzamos a buscar comida. Teníamos mucha mucha hambre, infinita si me apuras. Y es que los días de autobús estamos practicando la poco saludable dieta del desayucomicena, que consiste en desayunar antes de coger el transporte y comer al acabar el viaje, que fácilmente puede ser doce horas después. Así que no nos quedó más remedio que saltarnos una de las reglas básicas de viajero: no esperar a tener mucha hambre para comer. Pero así lo hicimos y así nos salió la jugada. En el primer sitio en el que olimos comida, entramos.

Restaurante indio en Phuket Town (Tailandia)

Y nuestro olfato nos llevó a uno de los restaurantes indios más caros de la zona. Con mantel y todo. A ver, no daba para una estrella Michelin, pero tenía todo demasiada buena pinta. Y así nos fue, que cuando llegó la cuenta nos dio un pequeño disgusto. En realidad sólo fueron siete euros y medio por persona, pero teniendo en cuenta nuestro presupuesto diario fue casi un lujo. Lo bueno es que comimos bien, muy bien.

Abro paréntesis. Curiosamente, de todos los viajes que hemos hecho es aquí donde más nos está costando ajustar el presupuesto. Nuestro principal problema es el transporte, donde los precios son casi europeos. El resto es muy barato, tanto que nos excedemos en todo. Esa misma noche nos dimos cuenta de que en una semana nos habíamos fundido casi la mitad del presupuesto del viaje, quedando 15 días. Vamos, que se nos ha ido de madre. Pero no os preocupéis, hacernos conscientes de eso a tiempo nos ha ayudado a ponernos muy en serio a controlar el presupuesto, y llevamos tres días respetándolo de lleno. Incluso hemos empezado a regatear, aunque todavía tenemos mucho que aprender en este sentido. Un consejo, si vais a algún país de los baratos que tenga una moneda diferente a la vuestra pensad directamente en su moneda, no en el cambio a euros, y así os resultará mucho más sencillo llevar las cuentas.

Dinero de muchos países en junto al Big Buddha de Phuket (Tailandia)

Phuket Town

Cierro paréntesis. Con el estómago bien lleno, salimos a dar una vuelta por la ciudad, Phuket Town. Nuestra primera parada, el Trickeye Museum, un museo ilusiones ópticas. Desde la fachada ya tenía una pinta estupenda.

Fachada del Trickeye Museum, en Pukhet (Tailandia)

Tampoco vimos más. Demasiado caro. Suficiente para nosotros con un par de fotos a la entrada.

Café a la puerta del Trickeye Museum, en Phuket Town (Tailandia)

Pasado el museo, poco más os puede decir de lo que vimos. Porque no lo sé, ya que nos limitamos a andar sin rumbo. La ciudad de Phuket tiene ese aspecto tan desgastado típico de Asia, que le da encanto a todo pero sin acabar de enamorar. No es un lugar hecho para impresionar, es un lugar hecho para vivir. Y a veces ni eso.

Restaurante en Phuket Town (Tailandia), de noche

Es curioso pero ninguna de las ciudades por la que hemos estado hasta ahora está nada pensada para el peatón. Los vehículos tienen la prioridad absoluta, las aceras o bien son estrechas o están en obras o directamente no existen. Así  todo el mundo se ve obligado a coger vehículo para ir de aquí a aquí y se congestione todo muchísimo.

Entrada al barrio chino de Phuket Town (Tailandia)

Aunque no hemos visto un tráfico demencial, como el que pude encontrar en Lima, sí que es excesivo. Y lo peor de todo, no hay ningún tipo de control de emisiones en los automóviles y pasear por las ciudades a veces se convierte en un ejercicio de supervivencia pulmonar.

Cenicero en Phuket Town (Tailandia)

En la misma línea se mueve Phuket, y en nuestra vuelta a ciegas pudimos dar con algún edificio medianamente bonito…

Monumento en rotonda de Phuket Town (Tailandia)

… algún pequeño templo…

Jóvenes jugando a volleyball en Phuket Town (Tailandia) junto a un templo chino… y algún mercado local.

Mercado por la noche en Phuket Town (Tailandia)

Poco más. En defensa de Phuket Town (la ciudad, no confundirlo con la isla entera) diré que lo vimos de noche, sin guía y con poco tiempo. Me gusta creer que entre tanto callejón oscuro habrá más de un rincón rescatable. Después del paseo, nos recogimos en el hostal, con intención de salir un rato por la noche en Patong, la ciudad más conocida de la isla por su desmadrado ambiente festivo. Pero fue salir de hostal y darnos cuenta de lo mucho que nos querían cobrar los taxis por el trayecto, así que nos acabamos conformando con dar una vuelta por el barrio y gastarnos parte del dinero de la noche tomando unas cervezas en un garito en medio de la nada. Un buen momento para compartir inquietudes y organizar días venideros. A la cama.

Patong

(30-08-14) Enésimo madrugón consecutivo. Objetivo, abandonar Phuket Town rumbo a Patong. Al margen del ya mencionado ambiente nocturno de dicha ciudad, Patong es uno de los puntos neurálgicos de la isla de Phuket desde los que visitar alguno de sus lugares de mayor interés. Nuestro plan inicial era llegar haciendo autostop hasta que apareció él.

Taxi

Lo siento, no me acuerdo de su nombre, pero sí de él. Este simpático taxista se nos ofreció a llevarnos hasta Patong a buen precio si le hacíamos un pequeño favor. Según convenios con agencias, algunos taxistas cobran un plus por llevar a un determinado número de  turistas a algunas tiendas de regalos. Nuestro taxista nos propuso rebajarnos el precio de la carrera a cambio de que nosotros nos diéramos una vuelta por una de esas tiendas durante diez minutos, haciéndonos pasar por potenciales compradores. Y así lo hicimos.

Haciendo como que compramos en la joyería Paradise (Phuket, Tailandia)

Momento de poner en práctica todas las clases de teatro recibidas durante el último año. Lo que el taxista no avisó es de que nos iba a llevar a una joyería top, donde aunque quisiéramos comprar algo no podríamos ni de coña. Aún así, y a pesar de nuestras pintas de mochilero, no hubo ningún problema en hacernos pasar por expertos en joyas y en el último minuto decir que mejor no y acabar comprando un cutre imán de nevera. Cumplida nuestra parte, el taxista no tuvo más remedio que llevarnos a Patong a un teórico buen precio. Incluso hubo tiempo para obsequiarle con una cinta de la virgen del Pilar para que le proteja  a partir de ahora en sus trayectos.

Cinta de la virgen del Pilar en un taxi de Phuket (Tailandia)Una vez en Patong, búsqueda rápida de alojamiento. Por seis euros la noche dimos con esto:

Habitación del hostal At Phuket Inn

Phuket en moto alquilada

Lujo asiático, así funcionan las cosas por aquí. Dejadas las mochilas, momento moto. Dicen que allí donde fueres haz lo que vieres. Pues en vista de que aquí dos de cada tres lugareños se mueven en moto y los taxis nos están saliendo carísimos, decidimos hacer lo propio.

Con nuestras motos alquiladas en Patong (Phuket, Tailandia)

Cinco euros cuesta alquilar un día entero una Scooter. Cogimos dos, Diego y Álvaro de chófer y Víctor y yo de paquetes. En mi caso, de cámara también.

En una moto alquilada en Phuket (Tailandia)

Los comienzos no fueron fáciles. Lo primero porque había que conducir por la izquierda, al estilo británico. Lo segundo, había que echar gasolina. Parece sencillo, pero no. Después de muchas vueltas lo más que llegamos a encontrar es un surtidor a la puerta de una tienda. Lo tercero, dar con una ruta alejada de las ahumadas ciudades fue otra ardua tarea.

Parados en el arcén buscando la ruta a seguir con la moto alquilada por Phuket (Tailandia)

Poco a poco, y paradas mediante, acabamos en una carretera entre dos selvas. Descanso para nuestros pulmones. En ese trayectos dimos con (una de las muchas) reservas de elefantes. ¿Os gustaría vernos montados en uno de estos animales?

Turista pasea en un elefante en Phuket (Tailandia)

Pues no, tendréis que conformarnos con vernos al lado de un elefante. Nuestro dinero no lo permite.

En una granja de elefantes en Phuket (Tailandia)

Big Buddha Phuket

Aunque ver a estos animales tan de cerca es algo que impresiona muchísimo, a mí personalmente me impresionó más ver lo infelices que parecían. Vale, ya sé que no pueden poner caras, pero la sensación que transmitían es de sufrimiento por falta de libertad. De aquella «atracción» tiramos camino arriba camino abajo hasta dar por pura casualidad con uno de los puntos de mayor interés turístico de la isla: el Big Buddha, una estatua de buda de 45 metros de alto.

Foto lateral del Big Buddha, una estatua de 45 metros de Buda situada en Phuket (Tailandia)Sobrecogedora, al igual que el precioso camino que te lleva hasta ahí.

Recorriendo Phuket (Tailandia) en una moto alquilada

Terminada la carretera aparece el Big Buddha. Como digo una estatua impresionante pero ubicada en un recinto todavía demasiado en obras. Para llegar al monumento, paso obligatorio por un pequeño templo budista, donde un monje bendecía a todo a quien quisiera acercarse. Propina mediante, claro, algo muy habitual en esta religión.

Donaciones en el templo budista situado bajo el Big Buddha (Phuket, Tailandia)

Nosotros no quisimos ser menos, aunque fuéramos vestidos con un bañador y con una camiseta rosa de Superman. No sabemos muy bien de que iba el ritual. El monje nos ató una pulsera en el brazo a cada uno, nos echó agua en la cabeza y nos pegó con una especie de abanico de palos. Imagino que será algún tipo de bendición, pero no lo puedo garantizar. Igual ahora somos budistas y no lo sabemos.

Monje bendiciéndonos en el Big Buddha de Phuket (Tailandia)Budistas o no, alcanzamos por fin el Big Buddha. Tan espectacular de lejos como de cerca.

En el Big Buddha de Phuket (Tailandia)

Aunque evidentemente era el principal elemento de interés de este recinto, no era el único.

Una estatua dorada de Buda en el recinto del Big Buddha (Phuket, Tailandia)También captaron nuestra atención los gatos del recinto quienes conviven diariamente con cientos de turistas en total paz y armonía.

Un gato descansa sobre el libro de visitas del Big Buddha de Phuket (Tailandia)

Visto el Big Buddha volvimos a la moto y, tras perdernos un poco más, ya nos dirigimos de vuelta hacia Patong.

Con dos motos alquiladas recorriendo Phuket (Tailandia)

Nos retiramos porque estábamos bastante cansados y, sobre todo, sucios. Como os he dicho, la contaminación reina en esta región de Asia y acabamos con una sensación total de intoxicación, que sólo pudo hacer desaparecer la ducha del hostal. Aseaditos, por la tarde gestiones, burocracias y papeleos varios (billetes de avión, bus y demás) y a cenar. Siguiendo nuestra nueva economía de guerra cenamos de maravilla por poco más de dos euros persona. Ya vamos cogiendo el truco a esto de la comida asiática. Con el estómago lleno nos dejamos atrapar por la noche de Patong…

Un relaciones públicas trata de convencernos de algo en Patong (Phuket, Tailandia)

Patong Beach

Abro paréntesis. Estoy seguro que la mayoría de vosotros habéis oído hablar sobre la confusa vida nocturna de Tailandia, la fina línea de pecado en la que se mueve este país. Pues bien, esto no es un tópico, es verdad. Patong Beach es uno de los puntos estrella del vicio asiático y allí fuimos a dar una vuelta, con intenciones puramente periodísticas. Aunque en todo el paseo marítimo predominaba el ambiente festivo, una calle reinaba por encima de todas. No muy larga, pero absolutamente repleta de bares, discotecas, clubes de striptease y lo que surja. Una calle donde puedes llegar tan lejos como tu moral y tu cartera te lo permitan. Filas y filas de mujeres y transexuales (tan famosos por aquí) lanzadas a la búsqueda del turista. Entrenadas para cazar. Es llamativo, pero raro. Son calles con un vicio tan natural, normalizado y explotado que nunca tienes la sensación de meterte en algo turbio, sino de entrar en una gran discoteca donde todo vale. Nuestra vuelta por allí no duró mucho, pero lo suficiente para darnos cuenta que el turista europeo es un bien preciado por ahí. Una experiencia más, una experiencia menos. A dormir.

Más contenido sobre el país en nuestra guía básica sobre Tailandia

En Patong Beach de noche (Phuket)

Y esto va a ser todo por este post. Hoy os escribo de Chiang Mai, una pequeña ciudad al norte de Tailandia conocida por sus templos y su tradición histórica. Un lugar totalmente diferente a la Tailandia de cocoteros que hemos visto por ahora. Ya llevamos dos días aquí y han sido increíbles, pero estos me los guardo para la próxima publicación. Solventados los problemas iniciales, el viaje ya está a la altura de los demás. Podría decirse que a fuerza de cambiar hemos vuelto a ser los mismos. Faltan Couchsurfings, está siendo muy difícil, pero ya empieza a quedar una huella por los sitios donde pasamos. Todo vuelve a su sitio. Volveremos a escribiros pronto, mientras tanto abrimos los comentarios para que nos vayáis escribiendo vosotros.

Más información de utilidad en nuestra guía de viajes de Tailandia.

Ao Nang, Phuket


Sergio Otegui Palacios

Trabajo en El Fabricante de Nubes, una productora audiovisual en Zaragoza. Recorro el mundo con una mochila a la espalda y una cámara en la mano y os lo cuento en Nada Incluido, mi blog de viajes. Vídeo, fotografía, publicidad, viajes, lo que surja. How can I help you?

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